Por Carlos Rafael Diéguez* -Martianos-Hermes-Cubainformac ión.- He escuchado varias anécdotas de muchos amigos que han estado cerca de Fidel, lo cuentan con orgullo. En el caso personal deseo compartir el momento que vi a Fidel por primera vez. Fue en 1995, en el centenario del desembarco de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, por el sur de la provincia de Guantánamo. El Comandante en Jefe Fidel Castro visitó Playitas de Cajobabo para rendir tributo a los próceres de la Patria y expresar el compromiso cumplido con el Apóstol de la independencia.
El 11 de abril de 1995, no hay lluvia pero como entonces son cerca de las 10 y 30 de la noche cuando llega a Playita de Cajobabo otro cubano universal, el presidente del país Fidel Castro Ruz para rendir homenaje a José Martí y a los expedicionarios que lo habían acompañado a la patria 100 años atrás.
Fidel en gesto solemne que ha quedado grabado en la memoria de todos los cubanos hace ondear la bandera de la estrella solitaria en la patria libre que soñó Martí. Me encontraba allí como periodista reportando las actividades de un grupo de jóvenes que habían salido desde Moa en una embarcación para rememorar los hechos. Recuerdo que vi a Fidel meditando unos minutos frente al mar, con una bandera: “He venido -dijo entonces el líder cubano- a recibir en el año del Centenario, de manos de Martí, la Bandera de la estrella solitaria, y solo pido que las futuras generaciones la mantengan ondeando para siempre en una patria Libre”.
De aquella experiencia escribimos un pequeño libro, porque no hay dudas, Fidel es inspiración. Si me preguntaran cuál es la virtud que más admiro de Fidel respondiera: HUMANISTA. De ahí que siempre pongo de ejemplo como Fidel Castro, en la Cumbre Mundial sobre la alimentación efectuada en la sede de la FAO en Roma el 16 de noviembre de 1996 formuló la pregunta más grande de la historia de la humanidad, aún sin contestar. “¿Por qué se invierten 700 000 millones de dólares cada año en gastos militares y no se invierte una parte de estos recursos en combatir el hambre, impedir el deterioro de los suelos, la desertificación y la deforestación de millones de hectáreas cada año, el calentamiento de la atmósfera, el efecto invernadero, que incrementa ciclones, escasez o excesos de lluvias, la destrucción de la capa de ozono y otros fenómenos naturales que afectan la producción de alimentos y la vida del hombre sobre la Tierra?”
Ochenta y cinco palabras tienen la contundente pregunta formulada el siglo pasado y que desde entonces ha recibido mutis y amenaza ser tapada con más silencio. Todo indica que los “señores del mundo” no oyen los discursos en defensa de los pobres y mucho menos canciones.
Fidel Castro Ruz quien cumple este 13 de agosto 87 años ha sido un hombre de pensamiento y actuar altruista desde siempre. Veintitrés días después de triunfar la revolución cubana los estudiantes de la Universidad Central de Caracas, Venezuela, supieron de cerca las virtudes del estadista, del intelectual, del combatiente cuando con vehemencia expresaba: “En cuanto a dormir, los rebeldes de la Sierra Maestra, si tenemos una hamaca y dos árboles, estamos perfectamente bien; y en cuanto a comer, con pocas cosas nos alimentamos. Nuestra mayor necesidad son libros y nos los regalan, me han regalado muchísimos en Venezuela y tendré el gusto de poder llevarlos a Cuba; por lo tanto, con muy poca cosa nosotros nos conformamos. ¡Ni nos van a comprar, ni nos van a sobornar, ni nos van a intimidar!
Fidel con esa seguridad nacida en los montes y cañaverales del oriente de la isla con la humildad que los grandes pensadores, filósofos y hacedores de justicia exhiben desafiaba el futuro y sentenciaba en la patria de Bolívar: “Vamos a seguir siendo revolucionarios hasta la muerte, y vamos a hacer nuestra aquella gran verdad de que el revolucionario no tiene otro descanso que la tumba. Es nuestro deber y lo sabremos cumplir rectamente y sin mucho trabajo siquiera, porque es, además, nuestra vocación”.
Esa vocación nació con él, se forjó con el sacrificio y el pensamiento que energiza las ideas, desde el propio primero de enero de 1959 con apenas treinta y tres años Fidel en el parque Céspedes de Santiago de Cuba dejaba para las actuales y futuras generaciones un legado de sabiduría: “Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, porque como dijo nuestro Apóstol: “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber, como lo hemos estado haciendo hasta hoy y como lo haremos siempre. Y en esto no hablo en mi nombre, hablo en nombre de los miles y miles de combatientes que han hecho posible la victoria del pueblo”
El también protagonista del desembarco del Granma, el cuatro de enero de 1959 en la Plaza de la ciudad de Camaguey con su mirada en el futuro alertaba: “Vendrán los calumniadores, vendrán a dividir a nuestro pueblo hoy reunido, vendrán a debilitarlo, a destruirle la fe en los hombres que lo están dirigiendo. Lucharemos contra eso. Dura y difícil será la empresa de los que pretendan separarnos y alejarnos a nosotros de nuestro pueblo, porque cuando no se vive más que para un solo propósito, cuando no se vive más que con una sola intención, cuando no se descansa, cuando no se duerme, cuando no hay tregua en el trabajo y en la lucha por servir honradamente una causa, no hay fuerza que pueda separar a un hombre de su pueblo”.
La historia se ha encargado de demostrar que los cubanos somos fidelistas El seis de enero de 1959 en la Ciudad de Sancti Spíritus Fidel decía: “como sabemos que no vivimos más que para un solo fin, porque sabemos que nuestro destino ha sido este, el de servir a nuestra patria y a nuestro pueblo, porque han sido muy grandes y muy profundas las emociones que hemos vivido, porque cuantas veces nos hemos reunido con el pueblo, hemos recibido ese aliento y ese cariño, que es el cariño que impulsa a los hombres idealistas, que los hace más firmes, que los hace más decididos”.
Fidel siempre ha llevado a su pueblo a pensar, a meditar en cada uno de los procesos de la nación cubana, en los momentos tristes y felices. En esa madrugada del seis de enero de 1959 hace casi 50 años el líder cubano al hablar a la población de Sancti Spíritus de camino hacia la Habana reflexionaba: “Horas muy amargas tuvimos que soportar cuando veíamos a los que trataban de confundir y de matarle la fe a nuestro pueblo. El peor crimen que se pueda cometer contra nadie es matarle la fe; incluso cuando los hombres no tienen otra cosa, mientras conservan la fe, conservan mucho”. Esta manera clara y franca de Fidel de expresar sus sentimientos se ha quedado grabada para la eternidad en la mente de los cubanos.
Ese propio día seis de enero Fidel con valor, presentaba sus credenciales ante su pueblo: “Y sobre todo porque tengo la convicción de que aquí nadie es imprescindible, y que la Revolución tiene suficientes valores, que ya pueden los enemigos de la Revolución matar a cuantos líderes revolucionarios quieran, que ya aparecerán cincuenta más. Y, por lo tanto, aquí lo que hay que hacer es trabajar y cumplir con el deber mientras tengamos energías, mientras tengamos aliento y mientras tengamos vida. Y yo estaré en perenne contacto con el pueblo, y digo y repito que quien manda es el pueblo, y digo y repito que el Gobierno Revolucionario y nosotros no recibiremos órdenes nada más que del pueblo”
El ocho de enero en la Habana fecha en que una paloma blanca se posó sobre el hombro de Fidel, comandante invencible de la sierra diseñaba con sus palabras la estrategia y el pensamiento filosófico que ha acompañado al pueblo cubano en estos más de 50 años de revolución “Nadie piense que vamos a caer en provocaciones, porque estamos demasiado serenos para caer en provocaciones, porque tenemos unas responsabilidades muy grandes para precipitarnos nunca en tomar medidas, ni en hacer alardes ni cosa que se parezca, y porque estoy muy consciente de que aquí hay que agotar siempre —y agotaré siempre— todos los medios persuasivos, y todos los medios razonables, y todos los medios humanos para evitar que se derrame una sola gota de sangre más en Cuba. Así que en provocaciones, nadie tema que caiga; porque cuando la paciencia se nos haya acabado a todos nosotros, buscaremos más paciencia, y cuando la paciencia se nos vuelva a acabar, volveremos a buscar más paciencia; esa será nuestra norma. Y esa tiene que ser la consigna de los hombres que tienen las armas en la mano y de los que tienen el poder en la mano: no cansarse nunca de soportar, no cansarse nunca de resignarse a todas las amarguras y a todas las provocaciones, excepto cuando ya se vayan a poner en peligro los intereses más sagrados del pueblo.
Fidel Castro ha convertido cada una de sus ideas y palabras en hechos. Muchos especialistas y periodistas ponen en alta estima el pensamiento filosófico del estadista cubano a la altura de los grandes pensadores de la humanidad. Un argumento contundente lo constituyen documentos como la “La historia me Absolverá” (2) y las reflexiones del compañero Fidel que son caminos para guiar a los pueblos (3) Cada 13 de agosto la Isla de la libertad celebra el cumpleaños junto al hombre que supo guiar los destinos hacia un mundo mejor al legar innumerables lecciones: “No hay hombres cobardes ni hombres valientes, no hay pueblos cobardes o pueblos valientes, no hay soldados cobardes o soldados valientes. El valor depende de la motivación que el hombre tiene, que el soldado tiene. Cuando el soldado defiende su Patria, cuando defiende una causa justa es muy valiente. Cuando el soldado se ve obligado a defender una mala causa, a cometer un crimen o un acto de agresión, a la larga se desmoraliza, no es valiente”. Cuba y el mundo felicitan por siempre al combatiente de las ideas, al siempre compañero y amigo de los pobres de la tierra. Nosotros los periodistas, sencillamente le decimos ¡un abrazo colega!
*Carlos Rafael Diéguez, periodista cubano residente en EE.UU.
Fotos de Fidel el 2 de Octubre del 2012 realizadas por Alex Castro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario