Por Aroldo García Fombellida. De entre los innumerables privilegios históricos que me ha concedido esta profesión que abrazo desde hace cuatro décadas, guardo varios con especial agradecimiento. De uno de ellos trata esta historia, apenas conocida, 18 años después de ocurrir, porque como noticia fue poco divulgada, al ocurrir paralelo a otro que asumió la connotación mayor. Nos acercábamos a la mitad de agosto de 1996.
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