De http://siempreconcuba.wordpress.com/
Por Amelia Duarte
El Comandante en Jefe recorrió las instalaciones del Laboratorio para el Arte, proyecto de innovación sociocultural impulsado por Kcho, en Romerillo, comunidad periférica del Consejo Popular Cubanacán, situada en el municipio de Playa.
No fue casual que Alexis Leyva Machado (Kcho) inaugurara el Laboratorio para el Arte, en Romerillo, el pasado 8 de enero. El artista quiso conmemorar, junto a los pobladores de la comunidad, los 55 años de la entrada a la Habana de la Caravana de la Libertad. De alguna manera —confesó a esta redactora—, lograr la motivación y el interés general por el ambiente artístico, sembrar y desarrollar los valores culturales en el pueblo fueron también el sueño de aquellos jóvenes rebeldes, liderados por Fidel.
En la misma esquina de 7ma. y 120 —un poco después de las 9:00 p.m.— cuando artistas, intelectuales y habitantes de Romerillo se congregaban en la entrada del proyecto comunitario para la develación de una tarja conmemorativa por la histórica fecha, apareció ante todos los allí reunidos, la mejor de las sorpresas: el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Hubo aplausos, alegrías, emoción y muchos vítores. Los rostros de niños, jóvenes, adultos, ancianos se conmocionaron cuando, a través de los cristales de la ventanilla del auto, distinguieron el inconfundible perfil de nuestro Comandante en el mismo corazón de uno de los barrios más humildes de la capital cubana.
El primer encuentro que sostuvo, una vez dentro del Proyecto de utilidad social Kcho Estudio Romerillo (Laboratorio para el arte), fue en la Sala de arte Martha Machado, galería concebida como un museo comunitario didáctico donde —además de las exhibiciones de obras de arte nacionales y extranjeras— serán impartidos talleres de apreciación artística a niños y adolescentes.
Fidel entró con pasos pausados pero seguros a presenciar la exposición Lam, eres imprescindible, una amplia colección de obras originales del más universal de los pintores cubanos.
Y fue en medio de los cuadros de Lam, esos que evocan los orígenes chinos, africanos, caribeños y se asocian a lo humano, lo animal, lo vegetal y lo divino, que Fidel comenzó a hablar de sus preocupaciones, a preguntar, a comentar y a hacer notoria, en especial, la labor de los periodistas de TeleSur y el acto celebrado en Venezuela por el aniversario 55 del Triunfo de la Revolución.
Con la misma lucidez de siempre, hizo referencias a sus últimas lecturas, a los problemas del medio ambiente, a las epidemias y enfermedades que consumen a la sociedad, a la búsqueda de la información en los sitios web y sus preferencias, y a la importancia de que la gente esté informada sobre todo lo que acontece a su alrededor y en el mundo entero.
Luego recorrió la exposición El pensador, de Kcho, situada en La Nave, espacio para el arte contemporáneo que también atesora la biblioteca Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque (que posee todos los medios y recursos necesarios para el estudio), el Taller Experimental de Gráfica Romerillo, y la sala teatral Tocororo.
Poco más de una hora compartió Fidel en Romerillo mientras recorría las instalaciones del Laboratorio. A su artista creador dijo, con una sonrisa esbozada, que no le decía sus impresiones porque se iba a echar a perder, pero en realidad le parecía muy bueno el proyecto. Antes de partir le obsequió un libro, La victoria estratégica, y le dedicó un bello mensaje: “Para Kcho, genio de la cultura y la educación, con el sincero reconocimiento por la nobleza con que consagra su vida a la felicidad de los demás”.
A su salida, saludó al pueblo aglomerado en la calle y dejó en los presentes la alegría y el buen sabor de haber sido testigos de un momento histórico, de verlo, de saludarlo y de, nuevamente, agradecerle.
La historia de Romerillo ha cambiado. A las transformaciones y rehabilitación de sus espacios físicos, a la inserción de este nuevo centro cultural, didáctico y social abocado al mejoramiento humano, ahora sus pobladores suman con orgullo la visita del Comandante; una presencia que de seguro no olvidarán y que legitima los nobles propósitos que impulsaron el nacimiento del Laboratorio, esos a los que Kcho hacía referencia en este mismo diario hace unos meses atrás: “Cultura y comunidad pueden ir de la mano. No basta con mostrar el arte, hay muchas maneras de imbricarlo para que influya positivamente y de manera real en la vida social (… ) pero esto no es un acto de magia, es un acto de trabajo, voluntad y constancia”.
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