Por Manuel E. Yepe*
“Estados Unidos está abierto a dialogar con Cuba si garantiza la protección de los derechos humanos” es el título que dio el diario El Nuevo Herald, vocero de la extrema derecha cubano-americana de Miami, a un despacho de la agencia de prensa francesa (AFP) de diciembre 24 de 2013. “El gobierno de Estados Unidos está abierto a forjar una nueva relación con Cuba cuando el pueblo cubano disfrute de las protecciones a los derechos humanos fundamentales y la habilidad de determinar libremente su propio futuro político”.
Tal fue la respuesta poco seria de Washington, formulada por “un funcionario de alto rango de la diplomacia estadounidense que pidió el anonimato” a una oferta de diálogo reiterada por el Presidente Raúl Castro al inquilino de la Casa Blanca en el discurso de clausura del Segundo Período Ordinario de Sesiones de la 8ª Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento cubano) el 21 de diciembre último.
En aquella ocasión, el Primer Mandatario de Cuba expresó que “si en los últimos tiempos hemos sido capaces de sostener algunos intercambios sobre temas de beneficio mutuo entre Cuba y los Estados Unidos, consideramos que podemos resolver otros asuntos de interés y establecer una relación civilizada entre ambos países como desea nuestro pueblo y la amplia mayoría de los ciudadanos estadounidenses y la emigración cubana.
“En lo que a nosotros respecta, -enfatizó el Presidente Raúl Castro- hemos expresado en múltiples ocasiones la disposición para sostener con Estados Unidos un diálogo respetuoso, en igualdad y sin comprometer la independencia, soberanía y autodeterminación de la nación. No reclamamos a Estados Unidos que cambie su sistema político y social ni aceptamos negociar el nuestro. Si realmente deseamos avanzar en las relaciones bilaterales, tendremos que aprender a respetar mutuamente nuestras diferencias y acostumbrarnos a convivir pacíficamente con ellas. Solo así; de lo contrario, estamos dispuestos a soportar otros 55 años en la misma situación”.
En la clausura del X Período Ordinario de la 7ª Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en diciembre 13 de 2012 el Presidente cubano había dicho, a pocas semanas de que se iniciara el segundo periodo de mandato del presidente Barack Obama, que “de la misma forma que Cuba jamás renunciará a la defensa de la independencia y la autodeterminación, reitera una vez más a las autoridades norteamericanas la disposición al diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, sobre todos los problemas bilaterales, a la vez que continúan sobre la mesa nuestras ofertas de cooperación en cuestiones de interés común, sin precondiciones o gestos previos”.
La oferta de diálogo de parte del gobierno cubano no es nueva. De hecho puede decirse que esa ha sido una disposición invariable de La Habana desde que surgieron las primeras objeciones oficiales estadounidenses al proceso político cubano tras el triunfo de la revolución en 1959 y su líder, Fidel Castro, viajó a Washington para sostener conversaciones llamadas a dejar claras la disposición cubana de sostener una relación respetuosa, sin injerencias en los asuntos internos de las partes.
Lo que sí ha variado una u otra vez ha sido el pretexto para rechazar la oferta.
Inicialmente fue el tema de la nacionalización de propiedades extranjeras en Cuba, un programa básico de la revolución que afectó a varios países con nacionales que poseían importantes industrias o grandes fincas en la Isla. Todos estos inversionistas – excepto los de Estados Unidos, a quienes les fue vedado por su gobierno negociar con el gobierno cubano una compensación mutuamente aceptable acorde con las normas del derecho internacional- arribaron a acuerdos satisfactorios de indemnización, hecho que demostró que Washington no buscaba arreglo sino confrontación.
Luego surgieron otros efugios en forma de objeciones de Estados Unidos que impedían el dialogo negociador entre las dos partes: las relaciones de Cuba con la Unión Soviética, la presencia militar soviética en Cuba, el apoyo cubano a los movimientos de liberación nacional en América Latina (varios de los cuales hoy son gobiernos), la presencia militar cubana en África en apoyo a los movimientos de liberación nacional y a la lucha contra el execrable apartheid.
Y, en los últimos tiempos, el gobierno de Estados Unidos ha recurrido al pretexto de una presunta violación de los derechos humanos en Cuba. Tan desatinada acusación promovida por el país que más sistemáticamente viola los derechos humanos en el mundo de hoy y que incluso opera un centro de tortura de detenidos sin condena en una base militar que opera ilegítimamente hace un siglo en territorio de la provincia cubana de Guantánamo es, cuando menos, grotesca.
Enero 4 de 2014
*Manuel E. Yepe Menéndez: Abogado, periodista, economista y politólogo. Profesor adjunto del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) . Entre otros importantes cargos, fungió como Director Nacional fundador del Sistema de Información Tecnológica (TIPS) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba y Secretario del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos.
Enviado por su autor a Cuba coraje; imagen agregada RCBáez
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