Varios integrantes de la organización han formado parte o mantienen relaciones directas con funcionarios activos o retirados del Gobierno norteamericano; lo que genera duda sobre su funcionamiento.
El activista social argentino y ganador del Premio Nobel de la Paz, Alfredo Pérez Esquivel, publicó el lunes una carta en donde denuncia la dependendencia de la organización conocida como Human Rights Watch del gobierno de los Estados Unidos.
En el texto señala que varios de sus integrantes, representantes y voceros han sido funcionarios norteamericanos o mantenido relación estrecha con la administración de Washington.
Sobre este punto considera que al ser una organización subordinada a los intereses del gobierno estadounidense; tuvo influencia directa en sus declaraciones públicas en contra de Venezuela y la gestión del Comandante Hugo Chávez.
En el texto señala que varios de sus integrantes, representantes y voceros han sido funcionarios norteamericanos o mantenido relación estrecha con la administración de Washington.
Sobre este punto considera que al ser una organización subordinada a los intereses del gobierno estadounidense; tuvo influencia directa en sus declaraciones públicas en contra de Venezuela y la gestión del Comandante Hugo Chávez.
El texto íntegro reza lo siguiente:
"Estimado Kenneth Roth:
Human Rights Watch (HRW) se autoproclama como “una de las principales organizaciones independientes del mundo dedicadas a la defensa y protección de los derechos humanos”. Sin embargo, los estrechos vínculos de HRW con el gobierno de los Estados Unidos ponen en tela de juicio su independencia.
Por ejemplo, Tom Malinowski, director de cabildeo de HRW en Washington, previamente se desempeñó como asistente especial del presidente Bill Clinton y como redactor de discursos de la secretaria de Estado Madeline Albright. En 2013, Malinowski renunció a su cargo con HRW luego de haber sido postulado como subsecretario de Estado para la democracia, los derechos humanos y trabajo bajo la autoridad de John Kerry.
En su biografía en HRW.org, Susan Manilow, vicepresidenta de la Junta Directiva, se describe a sí misma como “una vieja amiga de Bill Clinton”, “muy involucrada” en su partido político, y que “se ha desempeñado como anfitriona en decenas de eventos” para el Comité Nacional Demócrata.
En la actualidad, el comité asesor de HRW Americas está compuesto por Myles Frechette, ex embajador de los EE.UU. en Colombia, y Michael Shifter, antiguo director en Latinoamérica de la Dotación nacional para la democracia (NED), financiada por el gobierno de los EE.UU. Miguel Díaz, analista de la Agencia Central de Inteligencia en los años noventa, participó en el comité asesor de HRW Americas de 2003 a 2011. Hoy en día Díaz trabaja en el Departamento de Estado como “interlocutor entre la comunidad de información secreta y los expertos no gubernamentales”.
En calidad de director de cabildeo de HRW, Malinowski sostuvo en 2009 que “en determinadas circunstancias” había “usos legítimos” para las extradiciones secretas de la CIA (la práctica ilícita que consiste en secuestrar y extraditar a presuntos terroristas en todas partes del planeta). Malinowski fue citado parafraseando el argumento del gobierno de EE.UU. de que el diseño de una alternativa al envío de sospechosos a “mazmorras extranjeras para ser torturados” iba a “tomar un tiempo.”
HRW no le concedió la misma consideración a Venezuela. En una carta de 2012 al presidente Chávez, HRW criticó la postulación del país para el Consejo de Derechos Humanos de la O.N.U., alegando que Venezuela había caído “muy por debajo de los estándares aceptables” y ponía en tela de juicio su “capacidad para desempeñarse como una voz creíble respecto a los derechos humanos”. En ningún momento la afiliación de los EE.UU. al mismo Consejo mereció la censura de parte de HRW, a pesar del programa secreto de Washington para asesinatos a escala mundial, la prolongación de las extradiciones, y la detención ilegal de personas en la Bahía de Guantánamo.
Asimismo, en febrero de 2013, HRW correctamente calificó de “ilícito” el uso de misiles por parte de Siria en su guerra civil. Sin embargo, HRW guardó silencio en lo tocante a la evidente violación del derecho internacional que constituía la amenaza estadounidense de atacar a Siria con misiles en agosto.
Los pocos ejemplos anteriores, restringidos sólo a la historia reciente, podrían perdonarse como incongruencias o negligencias que podrían ocurrir naturalmente en cualquier organización de gran envergadura y responsabilidad. Sin embargo, las relaciones estrechas que HRW mantiene con el gobierno de los EE.UU. impregnan a estos ejemplos con la apariencia de un conflicto de intereses.
Por lo tanto, le instamos a tomar medidas concretas e inmediatas con el objeto de afirmar enérgicamente la independencia de HRW. Cerrar lo que tiene trazas de ser una puerta giratoria sería una primera medida razonable: prohíba a aquellas personas que hayan elaborado o ejecutado políticas exteriores de Estados Unidos desempeñarse como empleados, asesores o miembros de la junta directiva de HRW. Como mínimo, exija largos períodos de “enfriamiento” antes y después de que cualquier miembro se mueva entre HRW y esa rama del gobierno.
Su mayor contribuyente, el inversionista George Soros, sugirió en 2010 que “para ser más eficaz, creo que la organización tiene que ser percibida más como una organización internacional que como una organización de los Estados Unidos”. Estamos de acuerdo. Le instamos a poner en práctica la propuesta antes mencionada para garantizar una reputación de auténtica independencia".
Human Rights Watch (HRW) se autoproclama como “una de las principales organizaciones independientes del mundo dedicadas a la defensa y protección de los derechos humanos”. Sin embargo, los estrechos vínculos de HRW con el gobierno de los Estados Unidos ponen en tela de juicio su independencia.
Por ejemplo, Tom Malinowski, director de cabildeo de HRW en Washington, previamente se desempeñó como asistente especial del presidente Bill Clinton y como redactor de discursos de la secretaria de Estado Madeline Albright. En 2013, Malinowski renunció a su cargo con HRW luego de haber sido postulado como subsecretario de Estado para la democracia, los derechos humanos y trabajo bajo la autoridad de John Kerry.
En su biografía en HRW.org, Susan Manilow, vicepresidenta de la Junta Directiva, se describe a sí misma como “una vieja amiga de Bill Clinton”, “muy involucrada” en su partido político, y que “se ha desempeñado como anfitriona en decenas de eventos” para el Comité Nacional Demócrata.
En la actualidad, el comité asesor de HRW Americas está compuesto por Myles Frechette, ex embajador de los EE.UU. en Colombia, y Michael Shifter, antiguo director en Latinoamérica de la Dotación nacional para la democracia (NED), financiada por el gobierno de los EE.UU. Miguel Díaz, analista de la Agencia Central de Inteligencia en los años noventa, participó en el comité asesor de HRW Americas de 2003 a 2011. Hoy en día Díaz trabaja en el Departamento de Estado como “interlocutor entre la comunidad de información secreta y los expertos no gubernamentales”.
En calidad de director de cabildeo de HRW, Malinowski sostuvo en 2009 que “en determinadas circunstancias” había “usos legítimos” para las extradiciones secretas de la CIA (la práctica ilícita que consiste en secuestrar y extraditar a presuntos terroristas en todas partes del planeta). Malinowski fue citado parafraseando el argumento del gobierno de EE.UU. de que el diseño de una alternativa al envío de sospechosos a “mazmorras extranjeras para ser torturados” iba a “tomar un tiempo.”
HRW no le concedió la misma consideración a Venezuela. En una carta de 2012 al presidente Chávez, HRW criticó la postulación del país para el Consejo de Derechos Humanos de la O.N.U., alegando que Venezuela había caído “muy por debajo de los estándares aceptables” y ponía en tela de juicio su “capacidad para desempeñarse como una voz creíble respecto a los derechos humanos”. En ningún momento la afiliación de los EE.UU. al mismo Consejo mereció la censura de parte de HRW, a pesar del programa secreto de Washington para asesinatos a escala mundial, la prolongación de las extradiciones, y la detención ilegal de personas en la Bahía de Guantánamo.
Asimismo, en febrero de 2013, HRW correctamente calificó de “ilícito” el uso de misiles por parte de Siria en su guerra civil. Sin embargo, HRW guardó silencio en lo tocante a la evidente violación del derecho internacional que constituía la amenaza estadounidense de atacar a Siria con misiles en agosto.
Los pocos ejemplos anteriores, restringidos sólo a la historia reciente, podrían perdonarse como incongruencias o negligencias que podrían ocurrir naturalmente en cualquier organización de gran envergadura y responsabilidad. Sin embargo, las relaciones estrechas que HRW mantiene con el gobierno de los EE.UU. impregnan a estos ejemplos con la apariencia de un conflicto de intereses.
Por lo tanto, le instamos a tomar medidas concretas e inmediatas con el objeto de afirmar enérgicamente la independencia de HRW. Cerrar lo que tiene trazas de ser una puerta giratoria sería una primera medida razonable: prohíba a aquellas personas que hayan elaborado o ejecutado políticas exteriores de Estados Unidos desempeñarse como empleados, asesores o miembros de la junta directiva de HRW. Como mínimo, exija largos períodos de “enfriamiento” antes y después de que cualquier miembro se mueva entre HRW y esa rama del gobierno.
Su mayor contribuyente, el inversionista George Soros, sugirió en 2010 que “para ser más eficaz, creo que la organización tiene que ser percibida más como una organización internacional que como una organización de los Estados Unidos”. Estamos de acuerdo. Le instamos a poner en práctica la propuesta antes mencionada para garantizar una reputación de auténtica independencia".
teleSUR/as-GP
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