Por Manuel David Orrio*
Una de mis frustraciones durante el período de 11 años en que me tocó cumplir la misión patriótica de ser el agente Miguel de la Seguridad del Estado cubano, infiltrado en los grupos contrarrevolucionarios de corte periodístico, fue la de no poder escribir una palabra en favor de los Cinco Hermanos Prisioneros del Imperio, quienes guardan injusta prisión en los Estados Unidos por haber defendido a Cuba, desde las sombras, de váyase a saber cuántos actos totalmente calificables de terrorismo.
La frustración fue en cierto sentido mayor, porque durante la batalla por el retorno a Cuba del niño Elián González, tuve y aproveché la oportunidad de poder escribir y publicar a más y mejor en defensa de ese regreso, en los propios medios de prensa de la contrarrevolución. La mayoría de los grupos contrarrevolucionarios al interior de la Isla eran partidarios del mismo, por cuanto tenían plena conciencia de la clase de estupidez en que estaba incurriendo la mayor parte de sus empleadores miamenses. Bajo tales circunstancias, no era de extrañar que un supuesto periodista independiente alzara su voz a favor de la unión de Juan Miguel y Elián, en las condiciones exigidas por el padre.
Dicha experiencia me tentó más de una vez para repetir en el caso los Los Cinco. Tentación, además, que mi oficial operativo más que olfateó, intuyó, por cuanto su agente era bien conocido en la cadena de mando como hombre capaz de sacrificar la disciplina ante el altar de la iniciativa. Amonestaciones llovieron sobre mi testa, por supuesto. Pero cuando el perro es huevero…….ni aunque le quemen el hocico. Sin embargo, para ese caso y para esa ocasión, exhibí más orden y compostura que un sargento cuartelero. Aunque rabiara de frustración.
Se precisa estar dentro de la piel de un agente para comprender cuán hondo calan esos sentimientos. Sobre todo, cuando uno se desenvuelve en un medio donde no existe la menor posibilidad de siquiera intentar semejante defensa. Cada mañana, cuando la prensa tocaba a mi puerta, me iba directo a las noticias de los hermanos de causa, porque así los sentía y los siento. De este modo, porque les llamaba a sotto voce “hermanos”, me sorprendí un día enredado en la jerga coloquial de las calles habaneras, a media cuadra del “asere” y del “ecobio”, y como un brote me salió a flote mi secreta manera de llamarlos: los brothers.
Así estaba, sumido en mi personaje, cuando un día me llegó la hora del “destape”, cuya primera experiencia, para mí , fue ésta: nunca, lo aseguro, un agente como los que caracterizan a los de la Seguridad del Estado cubano, está enteramente preparado para ese difícil momento que es la revelación de su verdadera identidad, más si de repente uno descubre que forma parte de un equipo de 12. Al decir de la calle, "explotados como cafunga” en apenas dos días. Por ello, imagine el lector a esas 12 personas tan disímiles, encerraditas en una casa de seguridad y lucubrando “cualquier cantidad de ideas” bajo la sombra de un guayabo. Pues bien, ¡vaya con la sorpresa!, lo primero que se les ocurrió fue enviar una carta a Los Cinco.
Después de tales “vacaciones” tuve la oportunidad de recorrer el país junto a mis colegas de aventura. Y, a la altura del Camagüey, pude compartir unos párrafos con un compañero cuya identidad me reservo, quien estuvo muy cercanamente vinculado a Los Cinco. Un tipo al parecer insignificante, de ésos de los cuales se dice que no hablan para no ofender. Pero como le olí la pinta, no dejé de fotografiarme a su lado. Desde luego, el tema de los héroes prisioneros dominó la conversación, presente el sueño casi obsesivo de aquel hombre, resumido de esta manera en sus propias palabras:”mi mayor momento de felicidad va a ser cuando los brothers vuelvan; la que vamos a armar de fiesta se va a escuchar en todo el mundo.”
Fue así, como por casualidad, que descubrí no ser el único para quienes Los Cinco, son LOS BROTHERS. Y aunque no sé cuántos serán, sospecho que son muchos. De paso, no acabo de entender por qué aparece un anglicismo en la saga de unos cubanos enfrentados al imperialismo yankee. Pero lo cierto es que es así. Como también es que, guste a quien guste, pese a quien pese, volverán.
Fuente Rebelión
Foto cortesía del autor
*Testimonios de Manuel David en el libro Los Disidentes (pdf)
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