Alegato presentado por Gerardo Hernández Nordelo en la vista de sentencia celebrada el 12 de diciembre de 2001
Su señoría:
Quisiera antes que todo expresar unas breves palabras de agradecimiento a un grupo de oficiales del gobierno federal que laboraron durante nuestro largo y complejo juicio dentro y fuera de esta sala. Me refiero a los traductores, estenógrafos, alguaciles y demás asistentes, quienes en todo momento demostraron un alto nivel ético profesional.
Es justo expresar también de forma pública nuestro más profundo agradecimiento a los abogados que tan magistralmente nos representaron y a todas las personas que los asistieron en tan difícil tarea.
En aras de no malgastar su preciado tiempo pretendo ser lo más breve posible. Somos cinco los defendidos en este caso y compartimos muchos criterios y opiniones, por lo que evitaré hacer referencia a importantes aspectos que sé que ellos querrán abordar en sus intervenciones.
Por otra parte, se requeriría demasiado tiempo para señalar cada una de las inconsistencias de la Fiscalía y sus testigos, cada uno de sus esfuerzos por utilizar y a veces manipular pequeñas porciones de la evidencia y tratar de ignorar la mayor y esencial parte de la misma.
No alcanzarían estos minutos para destacar todos los intentos de los señores fiscales por hacer que el Jurado se guiara por sus emociones y prejuicios más que por los hechos y las leyes; tampoco habría tiempo para señalar cada una de las razones que hacen de este un proceso eminentemente político. Y además, puede que no sea necesario, porque nadie conoce mejor que Usted lo que realmente ocurrió en esta Sala entre diciembre del año 2000 y junio del 2001. No obstante, existen algunos elementos que no se deben pasar por alto.
Quienes desconocen cómo se ha comportado históricamente el sector más radical de la comunidad cubana de Miami, quienes no ven la televisión en español ni escuchan la llamada "Radio Cubana", tal vez pudieran haber pensado honestamente que nosotros podríamos tener un proceso imparcial y justo en esta ciudad.
Lamentablemente hay muchas realidades que el pueblo norteamericano aun desconoce.
Nosotros, desde el instante preciso en que se nos negó la posibilidad de realizar el juicio fuera de Miami, no albergamos la más mínima duda sobre cuál iba a ser el resultado.
Sería deshonesto no reconocer que en la medida en que el proceso avanzaba y teniendo en cuenta los contundentes argumentos y evidencias de la defensa, unido a la actuación a veces desesperada de la Fiscalía y a las reacciones de la propia prensa, por momentos llegamos a pensar que lo que parecía imposible en esta comunidad tal vez ocurriera. Pero el Jurado, con su rápido e inequívoco veredicto, hizo realidad nuestro primer pronóstico. Después de seis meses de complejo y agotador proceso, con decenas de testimonios y extensas evidencias, necesitaron sólo unas pocas horas para, sin siquiera hacer una pregunta o expresar una duda, alcanzar un veredicto unánime.
Bastaría con leer las declaraciones que hizo a la prensa la figura principal de ese Jurado para comprender que nunca tuvimos la más mínima oportunidad y que influyeron más los prejuicios o las últimas y engañosas palabras de los señores fiscales que los argumentos que se escucharon aquí durante medio año.
Y cuando hago referencia a las actitudes engañosas de la Fiscalía no pretendo hacer una acusación irrespetuosa o sin fundamento.
Como expresé antes, no alcanzaría el tiempo para señalar todos los ejemplos. Baste recordar que la persona encargada de traducir la mayor parte de las evidencias utilizadas por la Fiscalía y quien fue presentada como experta en su especialidad, aseguró ante esta Sala que la palabra "plastilina" del español se utiliza para referirse al explosivo plástico, cuando cualquier niño hispano conoce, sin necesidad de ser experto, que la única plastilina de nuestro idioma es lo que en inglés se conoce como "molden clay". Dicho sea de paso, el documento de la mencionada plastilina fue utilizado y reutilizado una y otra vez de forma alarmista por los señores fiscales, aún conociendo, porque lo conocen, que no tiene nada que ver con ninguno de los cinco acusados.
Resulta igualmente ridículo que en un juicio a quienes se acusa de ser peligrosos espías y de atentar contra la seguridad nacional, la parte acusadora hiciera hincapié de forma reiterada en un supuesto incidente ocurrido en Cuba con un taxista del principal aeropuerto de ese país, en momentos en que la isla acababa de sufrir una ola de atentados terroristas. Me pregunto cuántos taxistas en estos mismos momentos estarán siendo observados por el FBI en aeropuertos de los Estados Unidos, no sólo por manifestar su descontento con el Gobierno, sino probablemente por sólo usar turbantes. Y es que para comprender las actitudes de un país o sus ciudadanos es necesario vivir, o sufrir, sus realidades cotidianas. El mencionado incidente, por inconcebible que parezca, no escapó ni siquiera al informe del P.S.I, aún cuando nadie sabría explicar qué relación puede tener con los delitos que se me imputan.
Ya que he mencionado el reporte del P.S.I, me gustaría hacer referencia brevemente a unas palabras que escribí para el mismo (y cito): "Cuba tiene derecho a defenderse de los actos terroristas que se preparan en la Florida con total impunidad a pesar de haber sido históricamente denunciados por las autoridades cubanas. Es el mismo derecho que tienen los Estados Unidos de tratar de neutralizar los planes de la organización del terrorista Osama Bin Laden que tanto daño ha causado a este país y amenaza con seguirlo haciendo. Estoy seguro que los hijos de este país que cumplen esa misión son considerados patriotas y su interés no es dañar la seguridad nacional de ninguno de los países donde esas personas se refugian." (fin de la cita).
Esas palabras fueron escritas para el informe del P.S.I y enviadas a mi abogado para su traducción muchos días antes de los tristes y repudiables sucesos del 11 de septiembre, y hoy cobran mayor vigencia. Tal y como expresara el señor presidente de los Estados Unidos en su última comparecencia ante la Organización de las Naciones Unidas, es necesario que todos los países se unan en la lucha contra los terroristas, pero no contra algunos terroristas, sino contra todos los terroristas. Yo agregaría que mientras se condenen las acciones de algunos de estos criminales y a otros se les albergue, se les permita actuar con impunidad contra la seguridad y soberanía de otros países y se les considere "luchadores por la libertad", nunca se podrá erradicar ese flagelo, y siempre habrán pueblos que para defenderse necesiten enviar a algunos de sus hijos a cumplir riesgosas misiones, ya sea en Afganistán o en el sur de la Florida.
Su Señoría, se nos acusó de haber conspirado para cometer espionaje y dañar la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Se nos ha puesto al mismo nivel de los peores espías que se hayan conocido sin que para ello exista una sola prueba contundente y sin haber causado daño alguno, sólo sobre la base de suposiciones.
La nuestra quizás sea una de las acusaciones de espionaje más ridículas en la historia de este país. Todo cuanto pretendimos hacer e hicimos aparece bien claro en la evidencia presentada. A la persona que más cerca estuvo de algo militar, después de llevar seis años trabajando en su insignificante puesto, todo lo que se le pedía era que tratara de buscar una posición que le permitiera estar más cerca de las pistas para poder observar la cantidad de aviones. Eso no es espionaje.
Las evidencias y los testimonios ofrecidos por personas altamente calificadas en la materia así lo demuestran.
Por otra parte, es cierto que durante años algunos de los acusados tuvimos en nuestro poder documentos de identidad falsos, pero su único objetivo era garantizar nuestra seguridad. Como Jueza, usted conoce cuántos delitos se pueden cometer con una falsa documentación, sin embargo, en esta Sala se reconoció que el único uso dado a esos documentos, cuando se les dio alguno, estuvo encaminado exclusivamente a proteger nuestra integridad y la de nuestras familias.
Quisiera que me permita hacer referencia brevemente a lo que considero es la razón por la cual todos nos encontramos aquí en este momento: el cargo tercero del pliego acusatorio, "conspiración para cometer asesinato".
Los señores fiscales y las autoridades del FBI conocen y conocían desde un principio qué fue lo que verdaderamente ocurrió antes, durante y después del 24 de febrero de 1996. Ellos mismos tuvieron que reconocer que los mensajes de alta frecuencia que escogieron revelar como evidencia son solo una ínfima parte de todos los que interceptaron. Ellos conocen la verdadera historia. Saben que no existió ninguna conspiración para derribar esos aviones, y mucho menos para hacerlo sobre aguas internacionales. Saben perfectamente que no solo Gerardo Hernández, sino que ni siquiera Juan Pablo Roque tuvo nunca nada que ver con un plan para derribar las avionetas.
Conocen que el regreso de Roque se había estado planificando desde mucho tiempo antes por razones estrictamente personales y que en febrero de 1996 se le orientó que fuera él mismo quien escogiera la fecha de su partida, recomendándosele el día 23 o el 27 de acuerdo a la disponibilidad de pasajes aéreos. Si hubiera existido un plan del cual Roque fuera parte, ¿cómo es posible que pudiera permanecer aquí hasta el día 27?
Ese es solo un detalle de los muchos que hacen de este cargo el más absurdo e infame de todos los que se nos imputaron.
Después de dos años de estrecha vigilancia, habiendo grabado la mayoría de nuestras conversaciones telefónicas y personales y confiscado una gran cantidad de materiales de aquella época, los fiscales no pudieron presentar en este juicio ni una sola evidencia que muestre sin duda razonable que Gerardo Hernández conspiró para derribar esas avionetas o que facilitó en alguna medida su derribo. Basaron todo su caso en puras especulaciones, en pequeños extractos de los documentos, manipulados y sacados de contexto, y sobre todo en lo emotiva y susceptible que sabían resultaría esa acusación debido a la pérdida de vidas humanas.
Cabría preguntarse qué motivó a la Fiscalía a montar todo su show propagandístico alrededor de ese cargo y a buscar a toda costa la condena de alguien que ellos saben que no tuvo nada que ver con la muerte de esas personas. La respuesta quizás no sea tan difícil. Baste recordar la enorme presión ejercida por algunos sectores de la comunidad cubana que no quedaron satisfechos con las sanciones económicas adoptadas contra Cuba tras los sucesos del 24 de febrero. Las reiteradas acusaciones de estas personas y organizaciones contra el gobierno de los Estados Unidos por, según ellos, ser cómplice en esos sucesos y por no haber hecho nada por castigar a los responsables, se tornaban cada vez más molestas, como molesto e imperdonable resultaba para esos cubanos de Miami que la Oficina Regional del FBI hubiera infiltrado informantes en varias organizaciones del llamado "exilio", incluyendo a los "Hermanos al Rescate". Se hacía necesario limpiar la imagen y mejorar las relaciones, y para ello nada mejor que encontrar, o fabricar, un culpable.
Las autoridades sabían que se trataba de una situación en la cual siempre ganarían. Si me hallaban culpable de ese cargo, mucho mejor.
Si era hallado inocente, por improbable que esto pareciera, de todos modos ganaban, porque podrían silenciar a quienes los acusaban de no haber juzgado a nadie.
Tal vez alguna persona, por ingenuidad o desconocimiento, pueda pensar que con mis palabras estoy exagerando la importancia que algunas autoridades norteamericanas conceden a las opiniones y reacciones del sector más extremista de la comunidad cubana. A esas personas me permito recordarles que el hecho de que los ciudadanos de esta nación no puedan viajar libremente a Cuba, o fumar tabacos cubanos, o comerciar con productos de ese país sin restricciones, o simplemente inmunizar a sus hijos contra enfermedades cuyas únicas vacunas son de patentes cubanas, no responde precisamente a las exigencias o intereses del pueblo norteamericano.
Su Señoría, he dicho siempre y reitero ahora que lamento profundamente la pérdida de esas cuatro vidas y comprendo el dolor de los familiares. Lamento también las miles de vidas que se han perdido por las constantes agresiones que durante más de 40 años ha tenido que sufrir mi pueblo, y el luto perenne de muchísimas familias cubanas. Esos muertos también tienen nombres y rostros, aunque sus fotografías no se puedan mostrar en esta sala.
Cuba no provocó ese incidente. Por el contrario, lo previno y trató de evitarlo por todas las vías a su alcance. El principal argumento de la Fiscalía durante el juicio fue que se trató de un crimen porque eran aviones civiles y desarmados. Recientemente esta nación ha conocido, de forma triste y brutal, cuanto daño puede hacer a sus habitantes un avión civil y desarmado. Tal vez por eso sus máximos dirigentes han advertido que todo avión que se aleje amenazadoramente de su ruta podría ser derribado aun cuando lleve a bordo a cientos de pasajeros. Quizás los señores fiscales consideren que eso sería un crimen. Su señoría ha dicho hoy que este país cambió su "percepción del peligro" después del 11 de septiembre; desgraciadamente, Cuba tuvo que cambiarla desde el 1ro de Enero de 1959, y eso es lo que no se quiere comprender.
Los principales responsables de lo ocurrido el 24 de febrero de 1996 son los mismos que no cesan en su empeño de provocar un conflicto bélico entre los Estados Unidos y Cuba para que el ejército de este país les haga lo que no han podido hacer ellos en 40 años. Ya sean flotillas, violaciones del espacio aéreo, falsas acusaciones o cualquier otro engendro, el objetivo es el mismo: que los Estados Unidos borren de la faz de la tierra al gobierno de Cuba y a quienes lo apoyan, sin importar cual sea el costo en vidas humanas de uno u otro bando.
Se podría decir con certeza que si alguien ha puesto en peligro en reiteradas ocasiones la seguridad nacional de este país, son esos grupos de cubanos extremistas.
La Fiscalía dijo en esta Sala, durante sus argumentos finales, que Gerardo Hernández tiene sus manos manchadas de sangre. Me pregunto quién tendrá realmente las manos manchadas de sangre, si yo, o el individuo que disparó un cañón contra un hotel de La Habana lleno de personas; que es el mismo individuo que aparece en la evidencia de este caso planificando introducir en Cuba armas antipersonales; la misma persona que se cansó de desafiar abierta y temerariamente a las autoridades cubanas violando las leyes de aquel país, las de este país, y las normas más elementales de la aviación internacional; la misma persona que no solo no tuvo ningún reparo en llevar a esos jóvenes a la muerte, sino que en los momentos de mayor tensión, cuando aun podía interrumpir sus planes, no lo hizo, y en cambio dejó grabada su risa para la historia mientras sus compañeros morían.
Esa persona si tiene sus manos manchadas de sangre, y sin embargo a los señores fiscales no les importó cuando estrecharon esas manos en reiteradas ocasiones, incluso en esta misma Sala. Tampoco le importó a los fiscales ni a las máximas autoridades del FBI de Miami compartir con esa misma persona la tribuna y la euforia durante la conferencia de prensa el día del veredicto.
Contradictoria actitud de quienes dicen representar la ley.
Que sepan los señores fiscales que la única sangre que podría haber en estas manos es la de mis hermanos caídos o asesinados cobardemente en las incontables agresiones y actos terroristas perpetrados contra mi país por personas que hoy caminan tranquilamente por las calles de esta ciudad. Sangre por la que un día juré que estaría dispuesto a sacrificar mi propia vida si con ello podía proteger a mi pueblo de semejantes crímenes.
Su señoría, la Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: "Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria".
Muchas gracias.
Gerardo Hernández Nordelo
Histórico alegato presentado por René González Sehwerert en la vista de sentencia celebrada el viernes 14 de diciembre del 2001.
Quiero, antes de comenzar, proponer un experimento a los presentes en esta sala: cierren los ojos e imagínense en el centro de Nueva York. Al primer bombero que pase, le miran a los ojos, bien serios, y le dicen en su cara que el once de septiembre no pasó nada. Que es mentira. Puro truco cinematográfico. Todo ha sido pura paranoia y propaganda. Si a estas alturas la vergüenza, o el pobre bombero, no le han hecho tragarse la lengua, está usted perfectamente calificado para haber sido fiscal en esta causa.
Y ahora , con el permiso de esta Corte, comienzo.
Su Señoría:Meses atrás, en uno de sus esfuerzos para esconder bajo la alfombra el tema del terrorismo contra Cuba con aquella torcida lógica aplicada a su confuso argumento de intento y motivación, la señora Heck Miller le dijo a esta Corte que podíamos dejar el discurso político para este momento. Aun en aquellos tiempos, cuando ya todo el odio político de los fiscales se había volcado sobre nosotros a través de las condiciones de confinamiento, la manipulación de la evidencia y, peor aún, el uso y abuso de mi propia familia para chantajearme, dañarme y humillarme, estaba yo lejos de imaginar cuan importante sería para los fiscales de este caso el verter todos sus rencores políticos sobre nosotros.
No obstante, después de haber oído a estos mismos fiscales por seis meses empujando una y otra vez sus prejuicios por las narices al Jurado, todavía puedo decir a la señora Heck Miller que estaba equivocada y que yo no necesito hablar de mis sentimientos políticos, a los que no renuncio de modo alguno, para decir que yo repudio el terrorismo, que yo repudio la guerra y que yo desprecio profundamente a las personas, tan centradas en sus odios y en sus intereses mezquinos, que han dedicado tanto tiempo a dañar a su país promoviendo el terrorismo y promoviendo una guerra para la cual derrochan toda esa valentía que no tienen y que necesitarán otros, también sus víctimas, en el campo de batalla.
Y yo no tengo que hablar acerca de política porque yo creo que ni en Cuba, ni aquí en los Estados Unidos ni en ningún otro lugar deben morir personas inocentes por eso. Y yo haría lo que hice y tomaría los riesgos que tomé por cualquier país en el mundo incluyendo a los Estados Unidos más allá de consideraciones políticas.
Yo creo firmemente que se puede ser católico y ser buena persona, se puede ser judío y ser buena persona, se puede ser capitalista, musulmán o comunista y ser buena persona; pero no existe algo como una buena persona que sea terrorista. Hay que estar enfermo para ser terrorista, como hay que estarlo para creer que exista algo como un terrorismo bueno.
Desgraciadamente no todo el mundo piensa lo mismo. Cuando se trata de Cuba, las reglas parecen cambiar y algunas personas piensan que el terrorismo y la guerra son cosas buenas de hacer: así tenemos a un fiscal como Kastrenakes que defiende el derecho de José Basulto a romper la ley siempre y cuando se anuncie en la televisión; tenemos a un experto en terrorismo como el señor Hoyt, quien piensa que diez explosiones en el período de un año serían una ola de terrorismo en Miami, pero no en La Habana; tenemos un experto en seguridad aérea para quien las provocaciones de Hermanos al Rescate sobre La Habana, difundidas en televisión abiertamente, serían otra cosa sobre Washington por ser, según sus propias palabras, más apremiantes y verificables; tenemos personas anunciándose públicamente como terroristas por cuarenta años y estos fiscales a mi izquierda solo parecen notarlo cuando se trata de que testifiquen en este juicio de parte de la Defensa; los agentes Ángel Berlinguerí y Héctor Pesquera, el último el propio jefe del FBI local, se pavonean como invitados en las mismas estaciones de radio, con las mismas personas y en los mismos programas en que violando las leyes federales se recoge abiertamente dinero para organizar acciones terroristas o defender terroristas alrededor del mundo.
Mientras tanto, Caroline Heck Miller clama porque estos amables terroristas sean juzgados en el cielo y el señor Frómeta, después de querer comprar no más que un par de misiles antiaéreos, armas antitanque y algún alto explosivo, es tenido como un buen padre, un buen ciudadano y una buena persona que tal vez merezca algo así como un año de arresto domiciliario por la Oficina del Fiscal del Distrito Sur de la Florida. Esto, su Señoría, hasta donde yo conozco se llama hipocresía y es, además, criminal.
Y cuando esa misma oficina lucha para mantenerme en el Special Housing Unit por el mayor tiempo posible, cuando mi familia es usada como arma para quebrar mi voluntad, cuando a mis hijas sólo les es permitido ver a su padre dos veces en los 17 meses de este aislamiento y la única manera de ver los primeros pasos de mi pequeña hija es mirar a través de un cristal desde un 12° piso, sólo puedo sentirme orgulloso de estar aquí, y sólo puedo agradecer a los fiscales por darme esta oportunidad de confirmar que estoy en el camino correcto, que el mundo tiene todavía que mejorar mucho y que la mejor cosa para el pueblo de Cuba es mantener a la isla limpia del elemento que de tantas almas se ha adueñado aquí en Miami.
Quiero agradecerles el propiciar que me probara a mí mismo a través de su odio y su resentimiento, y por permitirme este sentimiento de orgullo tras haber vivido los más intensos, útiles, importantes y gloriosos días de mi vida, cuando esta Sala de Corte parecía demasiado pequeña para albergar todas las verdades dichas y podíamos verles revolverse de impotencia mientras se debatían por esconder cada una de ellas.
Y si una disculpa les hace sentirse bien, pues también se la ofrezco: Siento mucho no haber podido decir a sus agentes que estaba cooperando con el gobierno cubano. Si ellos tuvieran una posición sincera frente al terrorismo, yo hubiera podido hacerlo y juntos hubiéramos dado solución al problema.
Cuando pienso en aquellas interminables discusiones acerca del intento específico de violar la ley, me doy cuenta de que esta situación va mucho más allá de si el no registrarse es ilegal o no lo es, pues desgraciadamente, aunque aquí los agentes extranjeros se pudieran anunciar en las páginas amarillas sin haberse registrado previamente, nosotros, tratándose de Cuba, tendríamos que mantenernos de incógnitos para cosas tan elementales como neutralizar terroristas o narcotraficantes, algo que mirado con lógica deberíamos hacer juntos. Lo siento también si la filiación anticastrista de los criminales que combatí los acercaba a ciertos oficiales o miembros de la Oficina de la Fiscalía. Me da mucha pena, sinceramente, con estos últimos.
Al fin y al cabo todo este asunto de los agentes de Cuba tiene fácil solución: Dejen a Cuba tranquila. Hagan su trabajo. Respeten la soberanía del pueblo cubano. Yo despediría gustoso al último espía que se regrese a la isla. Nosotros tenemos mejores cosas que hacer allí, todas más constructivas que vigilar a los criminales que se pasean impunes en Miami.
Yo no quiero dejar pasar este momento sin dirigirme a las muchas personas buenas que tuvimos la oportunidad de conocer durante este proceso:
Ante todo, quiero dar la gracias a los US Marshalls por su profesionalismo, su decencia, su cortesía y su anónimo sacrificio.
Hubo momentos en que compartimos con ellos en sano espíritu el consuelo de ser las únicas personas en la sala cuyas necesidades no fueron tenidas en cuenta en relación con los horarios y todos reímos juntos al respecto; pero ellos fueron siempre disciplinados y realizaron sus deberes bien.
Quiero también dar gracias a los traductores, a Larry, Richard y Lisa. Ellos hicieron un trabajo de mucha calidad y estuvieron siempre disponibles cuando tanto nosotros como nuestras familias necesitamos de sus servicios. Mi sincero agradecimiento por su laboriosidad y decencia para todos.
Debe de ser un privilegio para esta Corte el contar con un equipo como ese. Mis mejores deseos también para el señor Londergan.
Mi más profundo respeto para los militares norteamericanos que comparecieron, ya fuera por parte de la Fiscalía o de la Defensa, y lo hicieron con sinceridad, así como a los oficiales, expertos y agentes que fueron honestos. Hubiera querido ver más honestidad en el último grupo y lo hubiera reconocido aquí gustosamente.
Para todos ellos, que bien pudieran representar lo mejor del pueblo americano, mi más profundo sentimiento de simpatía y mis seguridades de que hay un pueblo entero sólo un paso hacia el sur de aquí que no alberga animosidad alguna hacia el gran vecino del norte. Ese pueblo y ese país han sido sistemáticamente difamados a través de este juicio por algunas personas que, o bien no saben, o bien no quieren saber, o bien no les interesa lo que es realmente Cuba. Sólo me voy a tomar la libertad de leer un fragmento de correspondencia escrito por mi esposa el pasado 30 de julio:
"René, aquí no cesan las muestras de apoyo para nosotros los familiares y para ustedes. Ayer, cuando cogí la ruta 58 para regresar de casa de mami, varias personas me reconocieron e Ivette se iba metiendo con todo el mundo. Como estamos en carnavales, cuando pasamos por Centro Habana la guagua se llenó bastante e Ivette se extremó a la hora de bajarnos: se sentó en la escalera de la guagua y no se quería parar. Tú te podrás imaginar la guagua llena, yo dando tumbos tratando de cargarla sin lograrlo, Ivette plantada y la gente empujando.
Entonces llegó hasta mí una señora, me apretó la mano y me dio una oración que sacó de pronto de su cartera que tiene de título "Un Hogar Feliz", y me dijo: 'En mi Iglesia todos los días oramos por los cinco y para que sus hijos puedan tener un hogar feliz como lo tuvo Jesús, ya que ellos estaban allí para que todos los niños también lo tengan'.
"Me dejó medio sorprendida, casi no tuve tiempo de agradecerle porque tenía que bajarme rápidamente, pero sí comprendí que así somos los cubanos, y hoy estamos más unidos que nunca independientemente de creencias o religiones, cada uno con su fe, pero todos por una misma causa. Yo guardaré la oración también como recuerdo".
Me veo obligado a salirme de lo que estoy leyendo para aclarar que no soy creyente. Pero quiero que después la fiscalía no vaya a distorsionar mis palabras y pueda decir que he traído a Dios a esta sala por hipocresía.
Su Señoría:
Como usted puede verlo, ni para hablar de Cuba necesito yo exponer aquí mis sentimientos políticos. Otros lo han hecho en el marco de este juicio durante tres años supurando un odio irracional, aún más absurdo todavía cuando sabemos que ha sido engendrado a nivel de la médula, que es un odio visceral dirigido a un ente que sencillamente no conocen. Es realmente triste ser educado para odiar a algo que uno ni conoce.
Y así se ha hablado impunemente de Cuba ofendiendo a un pueblo cuyo único delito es el de haber escogido su propio camino y haberlo defendido con éxito a costa de enormes sacrificios. Yo no voy a dar a nadie el beneficio de entretenerme con todas las mentiras que se dijeron aquí respecto a Cuba, pero me referiré a una cuya monstruosidad constituyó una falta de respeto a esta sala y al Jurado:
Cuando el señor Kastrenakes se paró aquí a decir, frente al símbolo de la justicia americana, que nosotros habíamos venido aquí a destruir a los Estados Unidos, demostró cuan poco le importan ese símbolo y esa justicia, y demostró, también, cuan poco respeto le tenía al Jurado. Desafortunadamente en lo último tenía la razón.
Ni la evidencia en este caso, ni la historia, ni nuestros conceptos ni la educación que recibimos apoyan la absurda idea de que Cuba quiera destruir a los Estados Unidos. No es destruyendo a ningún país como se resuelven los problemas de la humanidad y ya, por demasiados siglos, se han destruido imperios para que sobre sus ruinas se levanten otros iguales o peores. No es de un pueblo educado como el de Cuba donde es hasta inmoral quemar una bandera ya sea de los Estados Unidos u otro país cualquiera de donde puede venir un peligro para esta nación.
Y si se me permitiera la licencia, como descendiente de norteamericanos laboriosos y trabajadores, con el privilegio de haber nacido en este país y el privilegio de haber crecido en Cuba, le diría al noble pueblo norteamericano que no mire tan al sur para ver el peligro a los Estados Unidos.
Aférrense a los valores reales y genuinos que motivaron las almas de los padres fundadores de esta patria. Es la falta de esos valores pospuestos ante otros, menos idealistas intereses, el peligro real para esa sociedad. El poder y la tecnología pueden convertirse en una debilidad si no están en las manos de personas cultivadas, y el odio y la ignorancia que hemos visto aquí hacia un pequeño país, que nadie aquí conoce, puede ser peligroso cuando se combina con un sentido enceguecedor de poder y de falsa superioridad. Regresen a Mark Twain y olvídense de Rambo si realmente quieren dejar un mejor país a sus hijos. Cada supuesto cristiano que fue puesto aquí a mentir sobre la Biblia es un peligro para este país por lo que su conducta representó en cuanto a socavar esos valores.
Su Señoría:
Habiendo dado forma a estas palabras en anticipación a mi sentencia fijada para el pasado 26 de septiembre, los trágicos y horribles crímenes del once de ese mes me obligan a añadir algunas meditaciones que no puedo dejar de compartir con esta Corte. He de tener mucho tacto para que nadie me acuse de capitalizar en mi favor ese abominable hecho, pero hay ocasiones en que tenemos que decir algunas verdades aunque sean duras, tal y como se lo decimos a un hijo o a un hermano cuando comete un error y queremos hacerle rectificar, con todo cariño, sus pasos futuros. No es otro el espíritu que me anima al dirigirme a través de usted con estas palabras al pueblo norteamericano.
La tragedia que hoy enluta a este pueblo se engendró ya hace muchos años, cuando en un lugar tan lejano como desconocido se nos hacía creer que unas personas, derribando aviones civiles y bombardeando escuelas, estaban combatiendo por la libertad por el solo hecho de combatir al comunismo. Yo nunca culparé al pueblo norteamericano de aquella falta de visión, pero quienes proveían a aquellas personas de misiles y les creaban una imagen que no coincidía con sus actos criminales cometían también el crimen de la hipocresía.
Y no estoy mirando al pasado para abofetear a nadie con él en la cara. Sólo quiero invitarles a mirar el presente y a reflexionar sobre el futuro compartiendo con esta Corte la siguiente reflexión: "La hipocresía de ayer es a la tragedia de hoy lo que la hipocresía de hoy será a la tragedia de mañana". Todos nosotros tenemos una responsabilidad para con nuestros hijos que rebasa las preferencias políticas o la mezquina necesidad de ganar un salario, mantener un efímero puesto político o congraciarnos con un grupito de potentados. Esa responsabilidad nos urge a abandonar la hipocresía de hoy, para entregarles un mañana sin tragedias.
En nombre de esa hipocresía se nos ha querido juzgar a nosotros cinco y cuando me toca enfrentarme a mi sentencia me doy cuenta de que yo, a diferencia de mis compañeros, ni siquiera tengo el derecho de considerarme una víctima. La forma en que me conduje se adapta perfectamente a la conducta que describen los estatutos de que se me acusa; si tuve que venir a juicio fue por solidaridad con mis hermanos, para decir algunas verdades y para desmentir las falsedades con que la Fiscalía quiso agravar mis actividades y presentarme como un peligro para la sociedad norteamericana.
De manera que no tengo ni el derecho a pedir clemencia para mí en un momento como este en que esta Corte habrá visto a quien sabe cuántos Conversos, unos genuinos y otros falsos, unos encontrando a Dios cuando acaban de firmar un pacto con el diablo, todos utilizando este podio para mostrar su arrepentimiento. Yo no puedo juzgarlos y cada cual sabrá qué hacer con su dignidad. Yo también sé qué hacer con la mía, y quisiera creer que usted entenderá el que yo no tenga razones para el arrepentimiento.
Pero siempre sentiré la obligación de pedir justicia para mis compañeros acusados de crímenes que no cometieron y condenados sobre la base de los prejuicios por un Jurado que dejó escapar una oportunidad única de hacer una diferencia. Ellos nunca quisieron obtener algún secreto de este país y en cuanto a la acusación más monstruosa se trató solo de un patriota defendiendo la soberanía de su patria. Utilizando las palabras de un buen cubano y amigo, que a pesar de haber venido a este país por sus ideas contrarias al gobierno cubano es una persona honorable, aprovecho para rendir homenaje a los cubanos dignos que también viven aquí echando de paso por tierra otra de las patrañas sembradas por la Fiscalía en relación a nuestros sentimientos hacia la comunidad cubana: "Esos muchachos fueron condenados por el crimen de ser dignos".
Hace ya más de dos años recibí una carta de mi padre en la que entre otras cosas me expresaba su esperanza de que se pudiera hallar un Jurado donde afloraran los valores de Washington, Jefferson y Lincoln. Es una pena que no haya tenido razón.
Pero yo no pierdo las esperanzas en la raza humana y en su capacidad de guiarse por esos valores, después de todo tampoco creo que Washington, Jefferson y Lincoln fueran mayoría en la época en que les tocó dejar sus huellas en la historia de esta nación.
Y mientras estos sórdidos tres años se van haciendo historia y tras una montaña de argumentos, mociones y tecnicismos, se va enterrando una historia de chantajes, abusos de poder y el más absoluto desprecio a tan ponderado sistema de justicia, para pulirla y darle un brillo que nunca tuvo, nosotros seguiremos apelando a esos valores y a la vocación por la verdad del pueblo norteamericano con toda la paciencia, la fe y el coraje que nos puede infundir el crimen de ser dignos.
Muchas gracias.
Alegato presentado por Ramón Labañino Salazar en la vista de sentencia celebrada el jueves 13 de diciembre del 2001
Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo
con que un soldado lleva sus más preciadas insignias
Your Honor, Ladys and Gentlemen:
Primero que todo, yo me uno a todos los argumentos de mis cuatro hermanos en esta causa y mis reconocimientos al profesionalismo de los oficiales de esta Corte: Richard, Translators, Marshalls, Lisa.
El criminal ataque a las Torres Gemelas de New York y al Pentágono en Washington segó la vida de miles de inocentes del pueblo de Estados Unidos, y con indignación nos unimos al dolor del pueblo norteamericano. Hacemos votos por que tales hechos no vuelvan a ocurrir.
Nosotros, que hemos dedicado nuestras vidas a luchar contra el terrorismo, a evitar que actos tan atroces como estos ocurran; que hemos tratado de salvar la vida de seres humanos inocentes no sólo de Cuba, sino del propio Estados Unidos; hoy estamos aquí en esta Sala para que se nos condene precisamente por evitar actos como estos. ¡Esta condena no puede ser más irónica e injusta!
En las propias palabras del presidente George W. Bush de este país, a nombre del cual hoy se me pretende condenar, se expresan claramente las razones por las cuales vinimos a Estados Unidos y hoy estamos en esta Sala.
Desde esta misma ciudad de Miami se ha planificado, organizado y dirigido el terrorismo contra mi país, Cuba. Desde aquí se patrocina a los terroristas y sus actos, se les alienta y financia, se les da albergue (sólo por mencionar un reconocido caso, por las calles de Miami camina libremente un terrorista y asesino no sólo de cubanos, sino del pueblo de Estados Unidos, Orlando Bosch); y lo más penoso de todo es que esto sucede con el conocimiento y la anuencia de las autoridades de este país. Baste con leer detenidamente toda la evidencia de nuestro caso, que es plena en todo este tipo de acciones terroristas.
Cuba, mi país, ha sufrido por más de 42 años actos terroristas, agresiones, invasiones y provocaciones que han traído la muerte de más de 3 478 seres humanos inocentes y más de 2 099 heridos. Cuba, al igual que Estados Unidos, tiene derecho a defenderse.
Sólo por citar algunos ejemplos:
• El 4 de marzo de 1960, en un muelle del Puerto de La Habana, agentes de la CIA hicieron explotar el buque francés "La Coubre", cuyo sabotaje terrorista asesinó a 101 personas, de ellas 6 marinos franceses.
• El 6 de octubre de 1976 un artero atentado terrorista perpetrado por Luis Posada Carriles Carriles, Orlando Bosch, y el uso de mercenarios venezolanos, hicieron detonar dos bombas en pleno vuelo de un avión civil de Cubana de Aviación que salía de Barbados, asesinando vilmente a 73 personas (57 cubanos donde se incluyen 24 jóvenes y niños del Equipo Nacional de Esgrima de Cuba, 11 jóvenes de Guyana y 5 coreanos). Algunos de estos asesinos terroristas están hoy presos en Panamá, y desde esta ciudad de Miami se hacen esfuerzos enormes para liberarlos, aquí ellos les llaman "patriotas" y son sus símbolos, y desde las estaciones de radio se hacen colectas para su defensa y posible escape de la cárcel.
• Contra el Presidente de Cuba, Fidel Castro, se han realizado 637 intentos de asesinato.
• Contra mi país también se ha practicado el terrorismo bacteriológico sobre seres humanos, plantas y animales que han afectado a 344 203 personas, 158 muertos (de ellos 101 niños).
This is not Paranoia, these are Lifes of inocent human beings!
Estos grupos terroristas sobre los cuales nosotros actuamos, no sólo han provocado tales hechos en Cuba, sino aquí en Estados Unidos, y en este reporte de prensa, totalmente público y al alcance de todos, se detalla un resumen de actividades terroristas cometidas aquí en Miami, en total más de 68 actos de violencia. Este artículo escrito por el periodista Jim Mullin, del Miami New Times, en abril 20-26 del 2000, describe entre otros muchos:
• 1968 Orlando Bosch dispara una bazooka contra un barco polaco en el puente Macarthur Causeway (Más tarde políticos de Miami declaran "El día deOrlando Bosch" para dar honra a tal terrorista).
• 1974 El líder exiliado José Elías de la Torriente fue asesinado en Coral Gables por haber fracasado en una invasión que llevaría a Cuba.
• 1975 Luciano Nieves es asesinado después de defender la coexistencia pacífica con Cuba.
• 1976 Un carro bomba le arranca las piernas al director de noticias Emilio Milián de la WQBA-AM, después de condenar públicamente la violencia del exilio.
• 1981 Explota una bomba en el consulado mexicano en Brickell Ave., en protesta por sus relaciones con Cuba.
• 1996 Una bomba explota en el restaurante "Centro Vasco" de la Pequeña Habana por protesta ante el concierto de la cantante cubana Rosita Fornés.
• 2000, 11 de abril, afuera de la casa de los familiares de Elián González en Miami, el periodista de Radio Scot Piasant de Obregón, mostró un t-shirt que decía "envíen el niño a casa. Es un derecho de padre" , y fue atacado físicamente antes de que llegara la policía.
Esto no es en Cuba. Esto es aquí en Estados Unidos, en Miami, en las ciudades y calles de este país donde vivimos todos, por donde ustedes caminan cada día, sus hijos y familiares.
En la década de 1990 se arreció el terrorismo, incursiones y provocaciones hacia mi país, hasta que en 1997 se ejecutara una ola de acciones terroristas contra hoteles e instalaciones que llevó al asesinato de un inocente turista italiano: Favio Di Celmo.
¿Cuántas muertes más de seres humanos inocentes tenemos que presenciar para que se acabe esta política loca y absurda hacia Cuba?
¿Cuántas vidas más de seres humanos hay que esperar que se pierdan para que el FBI cumpla realmente con su deber y detenga a los reales criminales y terroristas de su propio pueblo de Estados Unidos?
¿Es que acaso esta "lucha contra el terrorismo" es pura retórica?
No, el sentido común indicaría que no; y es por eso precisamente que hoy nosotros estamos aquí; porque no queremos que nada de esto ocurra en Cuba ni en Estados Unidos, ni en Miami, ni en ninguna parte del mundo. Todo lo que hemos hecho es eso: tratar de salvar la vida de seres humanos inocentes, evitando el terrorismo y evitando una estúpida guerra.
El patrón que se sigue en los terroristas cubanos que nosotros conocemos es el mismo: José Basulto fue reclutado y entrenado por la CIA y usado en su guerra contra mi país, y aún hoy sigue practicando el terrorismo y las provocaciones, como los miembros de las organizaciones FNCA, Alpha 66,Comandos F-4, Partido Unidad Nacional Democrática (PUND), Cuba Independiente y Democrática (CID), y tantos otros que se mencionan en nuestra evidencia. Estos terroristas representan para Cuba lo que los autores de los hechos horribles cometidos contra Estados Unidos representan para este país.
Cuba nunca ha confiado ni confiará en estos personajes, y, como Cuba, Estados Unidos tampoco debería confiar en ellos, ni mucho menos protegerlos. Eso es un grave error que explicaría en parte por qué fenómenos como los del 11 de septiembre suceden.
Mi país ha sufrido por más de 42 años del terrorismo; hoy sufre Estados Unidos; y si no se erradica de raíz podría sufrirlo también mañana. Aquí en Estados Unidos hay más de 800 organizaciones de índole violenta, este es el país que más vulnerable es a este tipo de actos criminales. El terrorismo es el verdadero enemigo de la seguridad nacional de Estados Unidos. Mantener una actitud de inactividad o indiferencia o, peor aún, de complicidad y encubrimiento de los terroristas y el terrorismo es el peor delito que se puede cometer contra la seguridad nacional de Estados Unidos; y es eso precisamente lo que está sucediendo en este caso. Quienes protegen a estos grupos e individuos son los que realmente ponen en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.
¡Por eso, desde esta tribuna yo denuncio a estas organizaciones policiales de Estados Unidos, que han encubierto y no actúan contra el terrorismo y los terroristas!
Cuba, por años, le ha pasado información a diferentes instancias gubernamentales, hasta el más alto nivel, de Estados Unidos; información detallada, documentada, con nombres y apellidos, evidencias contundentes de actos criminales y asesinos; de todo lo cual nuestra propia evidencia en este caso es una muestra total. Y con toda esa información en sus manos no se ha hecho nada, ni un solo arresto, ni siquiera una sola investigación que se haya llevado o lleve a cabo.
Con nuestra detención todo lo que se ha pretendido es silenciar la fuente de la información, para que actos terroristas tan graves no se conozcan, y ocultar esta verdad que hoy nos golpea de manera brutal. Así también el FBI se ha confabulado con los mismos terroristas y el ala derecha extremista de Miami para perjudicar y obstaculizar todo tipo de acercamiento y cooperación entre nuestros dos pueblos y gobiernos. Mientras tanto, los criminales están alegremente recorriendo hoy día las calles allá afuera, burlándose de esta Sala. No puede haber una mayor ofensa y mancha para estas autoridades, para esta bandera que preside este local y ese escudo que representa el ideal de la verdadera justicia.
Cuba todo lo que desea es vivir en paz y tranquilidad, no quiere la guerra, como tampoco la quiere el pueblo de Estados Unidos, ni líderes militares de Estados Unidos, que saben muy bien que Cuba no es un peligro en manera alguna para este país. Por eso es que nuestra labor también ha estado dirigida a evitar una criminal guerra que sólo traerá muertes de seres humanos inocentes, no sólo de Cuba, sino del pueblo de Estados Unidos.
En ningún momento hemos buscado información que ponga en peligro la seguridad nacional de este país. Es una total manipulación, que nunca aceptaremos, y una razón por la cual decidimos ir a este juicio, además de exponer claramente esta verdad de todos los actos criminales que desde territorio norteamericano se lleva contra Cuba y el propio Estados Unidos.
No es Cuba la que ha venido aquí a Estados Unidos a invadir, agredir o cometer actos terroristas de todo tipo, es todo lo contrario, y Cuba tiene simplemente el elemental derecho de defenderse; y es eso todo lo que hemos hecho, sin dañar a nadie ni a nada.
Mientras exista esta política criminal contra mi pueblo, seguirán existiendo hombres como nosotros, como elemental medida de autodefensa. Tal como hoy día Estados Unidos necesita de manera urgente conocer dentro de las organizaciones terroristas que lo atacan. Esa es una realidad que nadie podrá detener.
Todo lo que buscan los miembros de la extrema derecha de Miami es crear un conflicto mediante alguna provocación que termine en una agresión militar de Estados Unidos a Cuba, y, como ya he dicho, eso no lo deseamos ni mi pueblo, ni mi gobierno, ni el pueblo de Estados Unidos. El mismo testimonio del General Sheehan, como consecuencia de las prácticas de infiltración en Cuba que estaba llevando a cabo Ramón Saúl Sánchez con su organización "Democracia", expresó que no deseaba que estos elementos provocaran una guerra con Cuba, donde pueden morir muchos jóvenes del ejército de Estados Unidos y como él varios fueron los ejemplos que se expusieron en esta Sala.
De parte de la Fiscalía hemos visto actos realmente vergonzosos y reprochables que nada tienen que ver con la justicia y la búsqueda de la verdad: ellos primero trataron de ocultar toda nuestra evidencia sobre los actos terroristas llevados a cabo tanto en Cuba como aquí en Estados Unidos. Trataron por todos los medios posibles de ocultar el 90 por ciento de nuestra evidencia en este caso, al cual iba dirigido nuestra tarea principal.
Los fiscales han manipulado y tergiversado los hechos, han tratado de controlar en todo momento esta Sala, incluso han utilizado amenazas sutiles y otras más abiertas. Incluso aquí se llegó hasta chantajear a testigos bajo la amenaza de incriminarlos judicialmente si no se acogían a la 5ta. Enmienda. Aquí se llegó incluso al punto de querer chantajear al General de 4 estrellas Charles Whilhem, ex jefe del Comando Sur, para evitar que declarara a nombre de la Defensa.
Aquí se ha tratado de ocultar evidencia (video de 8 mm cuando Al Alonso, agente del FBI, evitó entregar el original a la Defensa, cuya prueba era clave en el cargo más serio de este caso).
Para nosotros, los fiscales no representan al gobierno de Estados Unidos, por lo que para nosotros este no es un caso del gobierno de Estados Unidos versus Gerardo Hernández. Los fiscales a quienes han representado, y muy bien, es al pequeño sector extremista de derecha cubano, a terroristas como José Basulto y a organizaciones como Alpha 66, FNCA, Comandos F-4, con quienes incluso se abrazaban y besaban aquí mismo en esta propia Sala y ante los ojos de todos. Si algo me ha asombrado de este juicio es el afán enorme, el esfuerzo sin límites que los fiscales y sus asesores de todo tipo llevaron a cabo para representar fielmente y a toda costa a este criminal sector.
Sin embargo, del otro lado, de parte de la Defensa, se ha mostrado la verdad, la dignidad, e incluso la posición verdadera del pueblo de Estados Unidos hacia Cuba. Fue la Defensa quien trajo a generales, militares y civiles que llevaban a cabo esta política hacia mi país, tales como:
Almirante Atkinson
Coronel Eugene Carol
Ex asesor del presidente de Estados Unidos, Wiliam Clinton, para asuntos de Cuba: Richard Nuccio. Y muchos de ellos lo hicieron de manera totalmente voluntaria, y en ese pequeño detalle hay un inmenso mensaje para todos aquellos que sepan comprender.
Señores: es tiempo de grandes cambios, estamos ya en pleno siglo XXI. Hoy Estados Unidos tiene relaciones con China. Tiene relaciones con Viet Nam, donde murieron 56 000 ciudadanos de este país. Tiene conversaciones con Corea del Norte y con muchos otros países con los cuales parecía imposible tener relaciones.
¿Por qué con Cuba no?
Es cierto que para llevar a cabo nuestras tareas, por necesidad hemos tenido que usar métodos no convencionales, por razones obvias de poder actuar con seguridad, pero nunca con el interés de hacer daño a nadie, ni defraudar o engañar, mucho menos al gobierno o instituciones de este país.
La evidencia es sumamente clara en todo aspecto; júzguesenos por ella. Desde el primer día de este juicio reconocimos nuestras identidades y responsabilidades, pero nunca acepté ni aceptaré ninguna implicación de espionaje, ni de querer defraudar a este país.
Quiero agradecer especialmente la labor de nuestros abogados, por su valor y profesionalidad. Para nosotros, y para todos, este juicio lo hemos ganado nosotros. La historia se encargará de rectificar este veredicto, y quizás también esta sentencia.
Señores fiscales, les guste o no, Cuba es un país independiente y soberano, tiene su propio gobierno legítimo, su propio Presidente, sus mártires y héroes, y sus propias convicciones. Cuba es igual que Estados Unidos. ¡A Cuba, señores, hay que respetarla!
Comprendemos los esfuerzos que se hicieron por lograr un juicio imparcial; pero la ciudad de Miami no es lugar para lograr tales propósitos cuando se trata de Cuba. He ahí, posiblemente, el error más crítico en nuestro caso: realizar el juicio en esta ciudad.
¡Si por evitar la muerte de seres humanos inocentes, si por defender a nuestros dos países del terrorismo, y evitar una invasión inútil a Cuba es por lo que se me condena hoy, pues bienvenida sea!
¡Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias!
¡Este ha sido un juicio político y, como tal, nosotros somos prisioneros políticos!
¡Aquí está toda la evidencia; y aquí está escrita la historia: ella será quien nos haga verdadera justicia!
Gracias.
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