Bs. As. 7 Y 13 de junio del 2013
Día del Periodista y el Escritor en Argentina
LOS MEDIOCRES MEDIOS DEL CAPITALISMO
ADRIANA VEGA
Como es el mes del periodista y del escritor, vaya un recuerdo revolucionario para Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti, Dardo Dorronzoro, señalando pocos ya que tuvimos en Argentina, más de cien escritores y periodistas desaparecidos por la Dictadura Feroz del Dictador Videla.
En honor a todos ellos, a su dignidad profesional y en contraria similitud, reflexionaremos sobre el obsceno lenguaje que hoy reina en la prensa televisiva y radial, donde la palabra se ha convertido en provocadora, desmedida, irritante, acentuada y matizada desde una mediocridad que ultraja. Ni hablar sobre investigaciones policiales que se manejan para no descubrir al culpable, es más hacen docencia para ellos.
Algunos muy famosos-demasiado- agravian diariamente con su morbo de crímenes sangrientos, inseguridades violentas, muertes, violaciones e incendios que estremecen, políticos corruptos inventados, vituperios escandalosos sobre autoridades legítimas, aquelarres que después subsisten en la nada o inspiran el temor del espectador. Apoyados por abogados y ex jueces que entorpecen una investigación que nunca llega y mayormente ataviados de palabras soeces que lanzan como gracia desde la suciedad bocal, quienes ofenden al espectador más activo y deberían informar con la mayor seriedad posible.
Lo policial ha desaparecido cubierto por un morbo que se singulariza a través del sainete o el escándalo farandulesco, impresiona mal, y nos recuerda a José Ingenieros quien señala que el hombre superior es el accidente provechoso para la evolución humana por su originalidad e imaginación. Que las adquisiciones imitativas de la esencia de la sociedad constituyen las aristas singulares del alma que lo distingue. Porque piensa mejor y puede sobreponer sus ideales a las rutinas de los demás no transformado en un cómico de cuarta, desadaptado del medio social sin atributos hereditarios de la especie y menos usando palabrotas que se repiten como si fueran poesía de primera.
A quien esto escribe le cuesta reproducir los injuriosos vocablos, porque retiene una enseñanza del gran García Márquez enseñándonos desde uno de sus libros que colocar “carajo” en Cien años de Soledad, le llevó tres meses antes de NO hacerlo.
El lenguaje actual me recuerda los años de plomo cuando la Triple A mataba a mansalva y toda la culpa la recibía la guerrilla.
La invitación pública de Diego Maradona a sus detractores terminó, más allá de las connotaciones psicoanalíticas, en un pretexto. Una Indivisa parte de la sociedad se escandalizó con el episodio extravagante y su fotografía fuera de foco. El Dios creado y amado por todos cuando la patria era el futbol, tenía derechos y garantías.
En Fráncfort se presentó Argentina como «invitada de honor de la Feria del Libro de 2010”y lingüistas y especialistas de la comunicación señalaron que en Buenos Aires el estilo de hablar maradoniano se expandía oscuramente por otros sedimentos de la argentinidad, en tanto un experto en lingüística y docente de UBA, rotuló que no se trataba solo por lo de Maradona, sino que se estaba naturalizando la agresividad en toda la población ya que en cualquier hecho intercambiábamos palabras violentas.
Es cierto, la crispación se detecta en los momentos básicos de lo cotidiano y se hace cada vez más normal cada día. Se ha abjurado de la palabra bonita.
Ningún hombre es excepcional en todo pero los hay muy mediocres que no descuellan en nada. Circulan, vegetan y hasta se aventuran con tanto derecho como los talentos, siendo torpes.
Cada persona es la renta de su herencia y educación, y guste o no, los medios son la cátedra más fuerte que llega al pueblo entero. Esta acción educativa es una acomodación de las predisposiciones hereditarias a la capacidad colectiva y una incesante colocación de la persona en la sociedad. Por eso son tan poderosos. Importan Coca Cola, la moda, el idioma y la individualidad, el “honor” del Imperio y dibujos animados de verborragia extranjera donde venden y compran, sugieren y atacan.
El traslado es de un papel amplísimo, casi propio y forma la personalidad social; la invención produce, en cambio, variaciones individuales. Una es cautelosa y se conduce estableciendo costumbres, es progresiva y se despliega por razón de la imaginación. El desemejante acomodo de cada individuo a su medio depende de la armonía entre lo que imita y lo que inventa. Todos no pueden hacerlo de la misma manera, pues esas capacidades se educan sobre cierto contenido congénito, originariamente desigual, tomado de la herencia psicológica.
La variación establece la singularidad. Transformar es ser alguien, desigualarse, poseer forma propia, un plumaje grandioso o menudo, pero que no se vive como simple reflejo de los demás.
La ocupación básica del hombre mediocre es la mirada que imita; la del hombre superior es su imaginación creadora.
El mediocre ambiciona mezclarse con los que lo envuelven; el original, alejándose de ellos. Uno especula con la imprudencia de lo social, el otro anhela madurar con lo correcto. En eso gravita el desengaño que suele rodear a los caracteres originales. Se los ve peligrosos porque aspiran a pensar con su cabeza.
El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; por esencia imitativo y perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. Hereda el "alma de la especie" y como mediocre doblega el "alma de la sociedad". Su característica es imitar a cuantos le rodean: pensar con cabeza ajena y ser incapaz de formarse ideales propios. Si se votara a los candidatos de la oposición que son de tal mediocridad que nadie puede aspirar a una democracia con igualdad y solidaridad con el pueblo, nos llevarían a que las perspectivas del país se pusieran de rodillas frente al imperio. Son tan anodinos y triviales que han sido extraídos a puntapiés de las urnas por haber perdido su suerte política y programa.
El hombre decoroso, además de no imitar la concepción social, adquiere variaciones propias, una personalidad que opta por la igualdad netamente diferenciada, recapacitando conscientemente qué se le transfiere al pueblo futuro, donde habitarán nuestros niños, alumnos, hijos, sobrinos, nietos y bisnietos.
Aconsejo a los medios mediocres que no investiguen, ni presuman ni adivinen ni mientan.
Eso no es la "democracia" de la palabra sino su libertinaje.
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