Observar a los Cinco Héroes cubanos entre el público en un recital de Silvio Rodríguez, coreando como todos los presentes las canciones antológicas del primer trovador, me produjo esa emoción muy especial que sólo las querencias raigales producen.
El ejemplo de estos cinco hombres es digno de enseñarse por generaciones.
Pero es que el mismo Silvio es un icono de la dignidad cubana, plasmado con letras de oro en El Necio.
Esa pasión patria que Silvio y Los 5 comparten, la veo en los rostros anónimos de jóvenes trabajadores y estudiantes que cantan a garganta tendida un repertorio que evoca, provoca y convoca una vida con vocación de humanidad.
Es el pueblo cubano que conocí en 1982, con el que viví durante el bienio 1988-89, al que seguí unido por fuertes lazos solidarios desde mi adolescencia; pueblo al que admiro y amo profundamente.
Me asalta entonces la reflexión sobre ese mágico sentido de pertenencia que une a millones de seres humanos diversos en una unicidad cósmica: Patria.
Las causas sublimes suelen generar relaciones de hermandad que trascienden lo sanguíneo. Cuba es una cantera de esa fraternidad universal amasada con el maíz de las hazañas populares. Es la épica que da la fuerza moral a un colectivo, más allá de todas las limitaciones y obstáculos que se le atraviesen en su empeño.
No hay revolución sin épica, y no se llega a ella sin la ética, que es la estética de lo histórico.
El pueblo cubano, como muy pocos en el mundo, es dueño de un acervo político original y fecundo: Asalto al Moncada, Desembarco del Granma, Sierra Maestra, 1º de Enero, Bahía de Cochinos, Primera Revolución Socialista, Periodo Especial, seis décadas de resistencia antiimperialista vencedora de bloqueos, sabotajes, terrorismo, aislamiento.
Trinchera victoriosa que se ha fortificado en los sacrificios y el paradigma del esfuerzo, con dolorosas decisiones a que obligaron situaciones amenazantes de ese legado inmaculado.
Heroísmo, austeridad, verticalidad de principios, claridad política, son virtudes que el liderazgo pregona con su ejemplo, con la inmensurable talla moral de Fidel y El Che, custodiada hoy por Raúl y toda la honesta grey martiana.
Yo no celebro ningún gesto imperialista, por benévolo o rectificador que este parezca, ni me apresuro a adivinar desenlaces fácticos del devenir modélico; exalto sí, el potencial de una nación que comulga en sus convicciones de soberanía y utopía, es decir, que no renuncia a lo que tiene, ni a lo que sueña.
Cuba tiene unas ventajas realmente extraordinarias que le vienen de la luz de sus héroes y mártires de todos los tiempos; de los caídos, y de aquéllos como Silvio y Los 5, que no se venden ni se doblegan.
Enviado por su autor por correo electrónico para Cubacoraje
*Economista. Presidente de la Comisión Nacional de Refugiados. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente.
FOTO Roberto Morejon
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