19/12/2014
Por Gloria Analco*
Barack Obama ha tenido que valerse
de Cuba para entrar en la historia por la puerta grande. No había otra forma de poder hacerlo. Su Premio Nobel de la Paz se hizo añicos frente a su postura guerrerista; sus promesas de un nuevo Wall Street -apartado de la usura- quedó en historia muerta, y su debilidad política frente al Congreso estadounidense se hizo evidente en las últimas elecciones intermedias.
de Cuba para entrar en la historia por la puerta grande. No había otra forma de poder hacerlo. Su Premio Nobel de la Paz se hizo añicos frente a su postura guerrerista; sus promesas de un nuevo Wall Street -apartado de la usura- quedó en historia muerta, y su debilidad política frente al Congreso estadounidense se hizo evidente en las últimas elecciones intermedias.
Su único legado, a fin de cuentas, será el acercamiento de Estados Unidos con Cuba, pero eso no significa que ese país haya quitado el dedo del renglón para poner fin a la Revolución Cubana. De hecho, Obama lo dejó ver claramente cuando en su discurso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba dijo textualmente: “… estos 50 años han demostrado que el aislamiento no funcionó. Es hora de un nuevo enfoque”, lo cual significa que va sobre lo mismo pero de manera diferente. Además, Obama subrayó que su gobierno seguirá planteando frente a Cuba sus diferencias “con la democracia y los derechos humanos”.
Ello prevé una continuada política de desacuerdos entre ambos países que postergará, indefinidamente, el levantamiento del embargo comercial, económico y financiero que Estados Unidos decretó contra Cuba, en octubre de 1960, incluso antes de que rompiera relaciones diplomáticas con la isla, en 1961. Lo verdaderamente importante y trascendente es que Estados Unidos ponga fin a ese embargo, que además también ha sido político, y que, según cifras del gobierno cubano, desde que se instauró ha costado a la isla la pérdida de ingresos por la voluminosa cifra de 116 mil 800 millones de dólares, según el informe 2014 que contiene el impacto económico en Cuba por el bloqueo de Estados Unidos, dado a conocer por el vicecanciller de Cuba, Abelardo Moreno.
Además, desde 2004 hasta la fecha, las multas impuestas por Estados Unidos a entidades por mantener relaciones comerciales y financieras con Cuba ascienden a 11 mil 500 millones de dólares. El embargo a Cuba ha sido un gran negocio para Estados Unidos, y lo seguirá siendo. Pero el éxito para ese país no ha sido solamente económico, sino también político. Trabando la economía cubana ha impedido que los líderes cubanos puedan demostrar que el socialismo, con buenas intenciones, contribuye al verdadero bienestar de los pueblos, no como el capitalismo que cada vez empobrece a más personas. El trasfondo ideológico está en el centro del embargo a Cuba.
Pero los líderes cubanos no se chupan el dedo. Fidel Castro aún vive y está lúcido. Históricamente ha demostrado con creces de lo que es capaz, lo mismo que Raúl Castro. Fidel dijo a John F. Kennedy, el 13 de marzo de 1961-ante la inminente invasión a Bahía de Cochinos que el mandatario estadounidense se disponía a realizar-, que “primero verá una revolución victoriosa en Estados Unidos, que una contrarrevolución victoriosa en Cuba”.
Estados Unidos sigue en lo mismo, no quiere que la sentencia de Fidel llegue a cumplirse, bajo ninguna circunstancia. La cuestión es que el diferendo histórico Cuba-Estados Unidos prosigue, sólo que ahora con nuevas reglas.
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje. Trabajo enviado por su autora
No hay comentarios:
Publicar un comentario