lunes, 31 de diciembre de 2012

Sembrando Caminos desde Rosario, en la tapa del diario "El ciudadano"

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Por Paulo Menotti.- Dos argentinos y un boliviano que estudiaron medicina en Cuba, y luego trabajaron como médicos en Venezuela, decidieron hacer un viaje por Sudamérica en moto al igual que el Che Guevara, para conocer la realidad de los pueblos.
30 dic, 2012
moto
Una vez recibido de médico, Ernesto Guevara de la Serna emprendió viaje a través de América latina con su amigo Alberto Granados y la “poderosa”, la vieja Norton 500, que los transportó gran parte del camino. En ese primer viaje llegaron a Venezuela pero en otro posterior, “Ernestito” se transformó en el “Che”, uno de los principales líderes de la Revolución cubana. Tres jóvenes, Milco Figueroa, Darío Valenzuela y Juan Tola, oriundos de La Plata, Allen (Río Negro) y Laja (Bolivia), respectivamente hicieron el camino inverso. Estudiaron medicina en Cuba, trabajaron ya como médicos en campañas sanitarias en Venezuela y, más tarde, decidieron emular al Che haciendo un trayecto parecido pero de norte a sur, con el lema “Sembrando ideas” y la bandera del pedido de liberación de “los cinco” cubanos prisioneros en Estados Unidos. Partieron el pasado 17 de julio de la venezolana Puerto Amazonas, recorrieron 17.000 kilómetros a lo largo de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina, donde pararon en unas 70 ciudades, ayer pasaron por Rosario donde se contactaron con la Multisectorial de Solidaridad con Cuba y mantuvieron una entrevista con El Ciudadano contando su experiencia que continuará por Uruguay y finalizará en la Patagonia.
“Esta idea del viaje nosotros la nombramos «Sembrando ideas por los cinco». La comitiva también está integrada por otras dos personas que no viajan con nosotros pero nos ayudan en la parte de logística. Ellos, también médicos, son el argentino Nicolás Bravo, y una uruguayo-venezolana, Laura Machí. Salimos de Puerto Amazonas el 17 de julio pasado y recorrimos gran parte de Venezuela y estuvimos un mes en cada país. Mañana vamos a Uruguay para luego volver y terminar el recorrido en la Patagonia. Los compañeros que formaron organizaciones de solidaridad con Cuba de distintos lugares de Sudamérica, así como otras organizaciones sociales y políticas, nos esperan y nos apoyan en nuestro recorrido”, señaló Milco a modo de adelanto.
—¿Cómo surgió la idea de ir a estudiar a Cuba?
—Milco: Existen diferentes historias de distintas personas. En mi caso fue por medio de la Casa de Solidaridad con Cuba de La Plata que me ayudó a contactar. Participé durante tres años en un pedido de beca y me salió. Entonces pude ir a Cuba a estudiar medicina totalmente gratis porque allá tuve todas las facilidades para hacer la carrera. Así como me pasó a mí, en total fueron 10 chicos desde mi ciudad. Allá estuve seis años y medio. Después de eso ya estuve en la facultad. Nos graduamos con el título de médico general de acuerdo a la homologación que se le da en Argentina. Acá, puedo ejercer normalmente.
—¿Tu experiencia cómo fue?
—Darío: Mi experiencia es similar. Yo también fui becado a la Escuela Latinoamericana de Medicina a través de la Casa de Amistad Argentino-Cubana de General Roca en el Alto Valle de Río Negro. Como somos de la misma camada, tuvimos un recorrido de estudio similar aunque con algunas diferencias. Hicimos el ciclo básico en La Habana y posteriormente nos derivaron a las provincias.
—¿No está únicamente la facultad de la ciudad capital?
—Darío: En La Habana dan ciencias básicas y luego se distribuye a los estudiantes en el interior del país. En Cuba, hay Facultades de Medicina en todas las provincias, eso tiene la facilidad de hacer que los estudiantes se formen en distintos lugares y con la misma calidad.
—Juan, ¿vos cómo hiciste para ir a estudiar a Cuba?
—Juan: Me presenté a la beca en el 2003. Yo tuve que buscarla a través del Servicio Nacional de Atención al Público (SNAP, institución que contacta a Bolivia con la Unesco) que contactaba con la casa de altos estudios cubana. Para mí era muy difícil la situación pero por suerte pude lograrlo.
—La experiencia en Cuba cómo fue?
—Milco: Yo no tuve la oportunidad de estudiar medicina en Argentina. Cuando a mí me tocó ingresar, en ese momento estaba trabajando y el curso de ingreso era intensivo. Había que dedicarle tiempo y yo no tenía porque trabajaba. De todas maneras me presenté, hice el examen pero pude entrar. Ese año ingresaron algunos cientos de más de tres mil postulantes. Después me apareció la oportunidad de irme para allá. En cuanto a la experiencia de la carrera en sí fue muy buena. La formación del médico no es apuntada al mercado como en otros lugares del mundo, sino que se enfoca a la parte humana. Se piensa al médico como un científico pero también como un líder de la comunidad que puede producir cambios importantes entre la gente para beneficiar al conjunto.
—¿Cómo sería la medicina más humana?
—Milco: La medicina en Cuba se enfoca a la atención primaria, a prevenir las enfermedades. Se atacan los problemas de salud de la sociedad. El Estado manda recursos para detectar, para eliminar todo tipo de enfermedades. Existe una red de atención primaria muy buena donde el médico de familia vive en la misma comunidad, son sus vecinos, y por eso conoce sus problemas. Por medio de la medicina se pueden encaminar muchas cuestiones que logran su solución. Entonces el médico tiene un rol social muy importante y eso se refleja en la calidad del sistema de salud. El sentido de que es más humano, es que el doctor no espera que el paciente acuda a la consulta. Allá el médico camina por las calles y va a la casa de la gente a preguntarle qué problemas tienen.
—¿En cuanto a la enseñanza, cómo se transmite ese factor humano?
—Darío: En general el médico cubano es una persona muy humilde y eso es lo que nos intentaron transmitir a lo largo de la carrera. Se lo ve al paciente como un ser humano y no como una mercancía o un cliente a quien venderle determinado tratamiento. La salud, la piensan como un derecho. También hay un espíritu de ayudar al que menos tiene. En ese sentido Cuba realiza misiones internacionales de salud a los lugares que menos tienen.
—¿Por qué fueron a Venezuela?
—Darío: Somos de la misma promoción y teníamos la inquietud de conocer la realidad venezolana, de ver qué era lo que estaban haciendo, decidimos ir. Por nuestra propia cuenta nos contactamos con una organización venezolana, “Batallón 51 Migleidys Campos Guatache”, a la que ahora pertenecemos. Los compañeros venezolanos hicieron promoción para ir a su país y nosotros decidimos acompañarlos.
—¿En Venezuela, en dónde estuvieron trabajando?
—Juan: Durante tres años estuvimos principalmente en el estado Amazonas. Allí hicimos la especialidad de medicina general, como médico de familia conjuntamente con colaboradores médicos cubanos que están en Venezuela. Estuvimos trabajando un año en la selva, así como también en varias ciudades en centros de atención primaria y en hospitales.
—¿Qué opinión tenés de Cuba?
—Juan: Siempre surge la misma pregunta de si Cuba es una dictadura o una democracia. La experiencia de la Revolución cubana tiene una tergiversación total a través de los medios de comunicación. Cuando uno va allá se da cuenta de que no es una experiencia negativa. Uno puede ver formas de democracia, donde todos tienen la oportunidad de participar, de educarse, de curarse y eso no se puede encontrar en muchos países. En salud, la diferencia con mi país es grande. Desde una simple consulta médica, hasta cuestiones de operaciones de alta complejidad están al alcance de todos. Incluso nosotros que estuvimos allá como extranjeros, teníamos acceso a la misma calidad de salud. El sistema sanitario está distribuido de acuerdo a su forma de atención: primaria, secundaria y terciaria, así como por especialidades en cuanto a las enfermedades de las que se encarga.


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