viernes, 26 de agosto de 2011

Los 85 años de Fidel


                                                                                                     Texto tomado de La Jiribilla
     13 de Agosto de 2011                                                                            Fotos Roberto Chile
Fidel cumple 85 años. Quién lo iba a imaginar cuando hace apenas cinco, hasta los más optimistas llegamos a pensar que su cuerpo no resistiría la falaz emboscada que le tendió el destino, y ya no volveríamos a verlo, delante, frente al pueblo, hablando del ayer, del hoy y del mañana, señalando la ruta, alentándonos a todos a seguir camino, aún en los momentos en que todo parecía estar perdido.

Una repentina enfermedad obligaba a Fidel a tomar distancia de sus nombramientos, no de sus sentimientos, y el Comandante en Jefe se autodenominaba de un día para otro soldado de las ideas o compañero Fidel, cuando para nosotros, o mejor dicho, para todo nuestro pueblo, seguiría siendo por siempre, el Comandante en Jefe, o sencillamente Fidel, sin ninguna palabra delante por grande que esta fuera.
Fidel es Fidel, ya lo dijo Raúl. Porque Fidel es la Revolución en sí misma, Revolución “más grande que nosotros mismos”, Revolución “capaz de cambiar todo lo que deba ser cambiado”, Revolución “eternamente Revolución”.
¿Y qué hago yo hablando o escribiendo, cuando mi don, si algún don tengo, no es precisamente el de la palabra, sino el de perpetuar con mis ojos lo que ve mi corazón? ¿Será que mis imágenes no alcanzan y debo acudir a otras formas de expresión para decir lo que siento?
No soy escritor ni pretendo serlo, incluso, no soy fotógrafo ni camarógrafo ni artista: no poseo un solo documento que avale el ejercicio de tales profesiones. Sin embargo, en más de una ocasión he hablado y escrito, como ahora, sobre Fidel; lo he fotografiado, lo he filmado y creo alguna vez hasta haberlo dibujado. Pero hoy me guardo las palabras que quisiera decir, los elogios de su virtud que quisiera pronunciar, y a solicitud de mis colegas de La Jiribilla, prefiero mostrarles algunas de las fotos que pude tomarle en los últimos seis años, con la esperanza de que no sean las últimas y que, cámara en ristre, me lo encuentre alguna otra vez en el camino, con el pueblo delante, y yo, como siempre, con él.

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