Por Percy Francisco Alvarado Godoy
El gran conocimiento de los
personajes que viven en Miami por parte del autor, y su opinión acerca de la
extrema crueldad sobre la espera de la decisión de la Jueza Lenard en el
permiso de René.
La
"Loba Feroz", como ya se conoce mundialmente a la ultraconservadora
congresista estadounidense (R), Ileana Ros-Lehtinen, hizo gala ayer de su odio
enfermizo e irracional hacia Cuba, redirigiendolo hacia la persona de
René González Sehwerert, nuestro hermano secuestrado en La Florida,
asumiendo la posición de que no se le permita visitar en La Habana, para
visitar a su hermano Roberto, quien padece un cáncer terminal. Indolente, y
haciendo gala de una insensibilidad sin parangón, declaró al
respecto: “de ninguna manera, de ninguna forma, de
ningún modo”. Esa fue su posición, luego de conocerse que el
Departamento de Justicia se opusiera a la solicitud de permiso de René
para viajar a su Patria, por razones humanitarias, arguyendo
“preocupaciones de seguridad” por parte del FBI.
Criticando,
empero, al Departamento de Justicia, la recalcitrante senadora continuó su
perorata: “Aunque el Departamento de Justicia se ha
opuesto a la petición de González de viajar a Cuba, ha dado un paso en la
dirección errónea al especificar las condiciones bajo las que podría
permitírsele hacerlo” (...) “Urjo al Departamento de Justicia a proteger
la seguridad de EE.UU., y también a honrar a las víctimas de (la organización
de exiliados cubanos en Miami) Hermanos al Rescate, al declarar explícitamente
que no se permitirá a René González viajar a Cuba. De ninguna manera, de
ninguna forma, de ningún modo”.
De
esta forma, la Lehtinen salió al paso, casi rayana en la
histeria, a una solicitud hecha por los abogados de René, bajo el falso
argumento de que el Héroe cubano pudiera contactar en La Habana, según la
fiscal Caroline Heck Miller, con sus jefes de la Inteligencia cubana.
De
esta manera La Loba Feroz trata de cerrar una brecha legal, a
decisión de la jueza Lenard, de permitir la visita de René bajo condiciones que
le impedirían tener el más mínimo contacto con oficiales o representantes del
gobierno cubano, cumplir restricciones de movimiento y mantener informadas a
las autoridades norteamericanas sobre sus desplazamientos, así como otras
medidas legales restrictivas.
No
sabemos con certeza si la jueza Joan Lenard actuará esta vez con consecuencia y
humanismo ante el delicado caso que se le presenta por decidir. Los
antecedentes de su dudoso desempeño en el amañado juicio contra los Cinco, así
como las presiones que empiezan a levantarse para impedir el viaje de René a
Cuba, no hacen levantar el menor optimismo al respecto. Otra injusticia se está
cocinando por los mafiosos de Miami y otra vez la misma se ceba en el dolor de una
familia cubana.
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