Este 27 de febrero, Fernando González Llort, uno de los Cinco, cumple su condena en la prisión federal de Safford, Arizona, en EE.UU. González Llort, quien fue resentenciado a 17 años más nueve meses de privación de libertad en el 2009, será trasladado este jueves a una cárcel de Inmigración para luego ser deportado a Cuba.
Desde el primero de febrero, Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González Llort, cuenta uno a uno los días que le restan a su compañero de vida para que cumpla este jueves la condena de 17 años más nueve meses de privación de libertad en una prisión federal de Safford, Arizona, Estados Unidos.
“Han sido días de mucha ansiedad”, confiesa desde el otro lado de la línea telefónica Rosa Aurora. Le pedimos unos minutos de esta espera, y ella no puso objeciones; sus respuestas llegaron envueltas en premura, amabilidad, y la comprendemos.
González Llort, el segundo de los Cinco que retornará a Cuba, este 27 de febrero habrá dejado 15 años, cinco meses y 15 días de su vida tras las rejas del Centro Federal de Detenciones de Miami, Florida; de una institución carcelaria de Oxford, Wisconsin; otra de Terre Haute, Indiana, y luego en una de Arizona, donde permanece recluido desde el 2012.
Su abogado defensor, Richard Klugh, ha asegurado que Fernando será trasladado este jueves desde la prisión de Arizona a otra de Inmigración hasta ser deportado después a Cuba. ¿Cuánto podría demorar ese proceso?
Estará en dependencia de la voluntad de las autoridades norteamericanas. Con Fernando no sucede como con René (estuvo sometido a una sanción de libertad supervisada); con René ocurrió esto porque era ciudadano norteamericano de nacimiento. Fernando es un ciudadano cubano y, por tanto, está sujeto a una orden de deportación. Todavía nosotros no sabemos en qué momento se va a producir; pero, claro, deseamos que sea lo antes posible.
¿Desde cuándo usted no ve a Fernando?
Mi última visita fue en junio del 2012.
En el caso suyo fueron menos las restricciones para obtener la visa en comparación con Adriana Pérez (esposa de Gerardo Hernández, y Olga Salanueva (compañera de René); pero siempre vivió la agonía de las visas.
Sí, por supuesto. En los casos de Olga y Adriana no les otorgaron visas, con Adriana se mantiene esta situación. Con el resto de los familiares lo mismo se han demorado un mes, que seis, siete; incluso, a Elizabeth, la esposa de Ramón, estuvieron dos años y medio sin concederle visa. Pero, últimamente, se estaban comportando las visas con un poco más de frecuencia.
¿Los rigores de más de 15 años de cárcel han cambiado algo a Fernando?
No. Fernando ha sido capaz de superar todo esto, y no ser una persona amargada ni resentida. Al principio de su encarcelamiento me decía que de allí él iba a salir como mejor persona y mejor revolucionario. Esas son cosas que dan mucho ánimo para una persona que está en prisión, que sabe que se encuentra injustamente preso; pero que está defendiendo valores y principios en los que cree.
¿En qué circunstancias se enteró de su arresto el 12 de septiembre de 1998?
Un compañero que visitaba la casa con frecuencia y vino a informarnos que había sucedido esta detención. Para mí Fernando estaba trabajando en el exterior y no tenía nada que ver con los Estados Unidos, ni cosa que se le pareciera. Yo lo despedí para España a hacer un supuesto trabajo con inversionistas extranjeros. Supe que se hallaba en Estados Unidos y que estaba preso el día 14 de septiembre de 1998.
¿Cómo la impactó esa noticia?
Fue muy duro; algo que no me esperaba. Me quedé bloqueada por completo. Me pasaron minutos en que sentía que el piso se abría bajo mis pies.
Los Cinco estuvieron incomunicados varios meses. ¿Cómo usted pudo vencer tanta incertidumbre? ¿Qué pensaba sola, en la casa, entre esas paredes, que en esas circunstancias parece que se vienen encima?
Fueron 27 meses de incomunicación; ni Ramón ni Gerardo ni Fernando podían comunicarse con las familias porque ellos estaban bajo otras identidades. Nosotros, lo poco que sabíamos, lo sabíamos a través del hermano de René (Roberto), que traía información sobre los otros compañeros cuando iba a visitarlo.
Durante estos 15 años de encierro, ¿cuál fue el momento en que más le hizo falta Fernando aquí, a su lado?
He necesitado a Fernando todos los días de mi vida; no hay un momento en particular, realmente.
En una entrevista anterior, usted nos confesó que Fernando es un hombre de detalles. ¿Cuáles le ha reservado usted a su regreso?
Tengo la casa bien ordenada para que cuando él llegue sienta que su nidito es el lugar donde él se va a sentir feliz.
¿Aquel cuadro de usted que él le pintó dónde lo tiene situado?
No lo he montado porque me mandaron montado uno que hizo el preso puertorriqueño Oscar López Rivera (compartió la celda con González Llort en la prisión de Terre Haute) que es una pintura donde estamos Fernando y yo en una visita.
Se acerca un día posible: el día que usted vea a Fernando González bajar por la escalerilla del avión. ¿Cuántas veces ha repasado ese instante del reencuentro?
Miles de veces. Para mí va a ser como cuando Juan Miguel con Elián en brazos.
¿Le ha hecho a usted alguna recomendación especial para ese día?
No. Fernando lo que siempre me está pidiendo es que me cuide, que cuide de mi salud para cuando él llegue podamos disfrutar después de estos 15 años.
¿Cómo se encuentran Magali y el resto de la familia para el recibimiento?
Ella está muy ansiosa porque llegue ese momento; pero está muy feliz porque sabe que podrá besar y abrazar a su hijo fuera de las condiciones de una prisión, que lo va a tener a su lado, que podrá disfrutarlo, y él le podrá dar todos los mimos que durante todos estos años no ha podido darle.
A su regreso, ya en casa, ¿quién hará el café mañanero a partir de entonces? Usted nos ha asegurado que él es un experto en eso.
Va a ser él; él siempre hizo mejor café que yo (RÍE).
¿Acaso Rosa Aurora Freijanes no invitará algún día a Fernando a ver su guayabera, que honra la colección espirituana de esta prenda?
Pienso que sí. Fernando va a visitar la Casa de la Guayabera, como mismo pienso que vamos a estar en distintas provincias que han pedido su presencia. Nos vemos allá.