NACIONES UNIDAS, 25 SEP (EFE).- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, arremetió hoy en la ONU contra las medidas de austeridad y las políticas fiscales "ortodoxas" que llevan a cabo numerosos países para enfrentar la crisis, y las responsabilizó de empeorar la recesión "con repercusiones sobre los países emergentes".
"La apuesta por políticas fiscales ortodoxas ha empeorado la recesión no habrá una respuesta "efectiva" a la crisis sin "una coordinación reforzada entre los miembros de las Naciones Unidas y los cuerpos multilaterales como el G20, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM)".
"Es urgente que construyamos un pacto completo a favor del reinicio del crecimiento económico mundial para contrarrestar la desesperación causada por el desempleo y la falta de oportunidades", dijo la mandataria latinoamericana.
Rousseff también dedicó un espacio de su discurso a la situación en Oriente Medio, y aseguró que la solución para la crisis en Siria no pasa por ninguna vertiente militar: "La diplomacia y el diálogo no son solo nuestra mejor opción, sino que son la única opción", subrayó.
La mandataria brasileña pidió el cese de la violencia en el país árabe, recordó que el Gobierno sirio tiene "la mayor parte de la responsabilidad por el ciclo de violencia", aunque también reconoció "las responsabilidades de los grupos armados de la oposición", que reciben "cada vez más ayuda exterior".
Sobre la posibilidad de una intervención militar sin la autorización del Consejo de Seguridad, aseguró que se trataría de un movimiento "ilegal, aunque para algunos sea una opción aceptable".
Ante la parálisis que sufre el máximo órgano internacional de seguridad sobre la crisis siria, Rousseff subrayó que sirve como ejemplo de la "urgente necesidad" de reformar el Consejo de Seguridad, algo que pide Brasil desde hace tiempo para acabar "con las coaliciones" que le arrebatan su objetivo.
Asimismo, la mandataria se refirió a la cuestión palestina y subrayó el apoyo de Brasil al "reconocimiento del Estado palestino como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas", cuya existencia permitirá "el legítimo deseo de Israel de vivir en paz".
Rousseff aprovechó el discurso para mostrar "el vehemente repudio" de su Gobierno "a la escalada de prejuicios contra el islám en los países occidentales" y "con la misma vehemencia" condenó los ataques contra intereses diplomáticos de Estados Unidos en la región.
Además, tuvo palabras para Cuba, un país que ha avanzado "para actualizar su modelo económico", pero que necesita "el apoyo de socios cercanos y lejanos" para seguir un camino que, sin embargo, está amenazado por el embargo comercial impuesto por Estados Unidos, "un anacronismo" que, según la mandataria, debe terminar como reclama "la inmensa mayoría de los miembros de Naciones Unidas".
Poco antes de su intervención, la presidenta se reunió con el secretario general de la ONU, BanKi-moon, quien le agradeció el apoyo de su país a la conferencia de Rio+20, "un éxito" que agradeció a Rousseff, a quien también expresó su aprecio por la contribución de cascos azules en Haití.
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