lunes, 15 de septiembre de 2014

Libertad a los Tres y fin del bloqueo


Se cumplieron ayer 16 años de injusta prisión de tres cubanos en Estados Unidos y su libertad es una demanda de La Habana. La otra, insoslayable, que termine el bloqueo norteamericano. La región latinoamericana, solidaria con esas demandas.

EMILIO MARÍN

El caso de los Cinco Cubanos presos en EE UU va camino a convertirse, si es que no lo es ya, en uno de los mayores escándalos jurídicos y humanitarios de la justicia estadounidense.

Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González y Fernando González fueron detenidos el 12 de setiembre de 1998 en La Florida. El FBI quiso acusarlos de espionaje y terrorismo para poder aplicarles la pena de muerte. Ante la falta total de pruebas emplearon otras acusaciones graves, como “colusión ilegal para cometer delitos” y “asociación ilícita para consumar crímenes”.

No les hallaron armas ni documentación que probara ninguno de esos delitos, ni en sus domicilios ni en sus computadoras. Pero el pulgar de la justicia yanqui se había inclinado hacia abajo en tiempos del demócrata Bill Clinton y ese infierno siguió sin cambios durante el republicano George W. Bush y luego el demócrata Barack Obama.

Si de Cuba se trata, habrá matices pero no diferencias de fondo entre demócratas y republicanos. Lo amerita esta causa de los Cinco pero también las políticas de la Casa Blanca con sus distintos inquilinos de once administraciones bipartidistas, desde Dwigt Eisenhower en 1959 hasta el afroamericano de transcurre su final de mandato.

Los cubanos fueron juzgados (léase linchados) en un tribunal de Miami, la ciudad menos imparcial para juzgar a cubanos-cubanos. Allí tiene su asiento la mafia cubano-americana, de la Fundación Nacional Cubano Americana fundada por Jorge Más Canosa, de vínculos espesos con la CIA y las operaciones encubiertas contra La Habana. Justamente de ese tiempo datan las bombas colocadas por aquellos terroristas en hoteles, donde causaron la muerte del italiano Fabio Di Celmo. El objetivo declarado de Luis Posada Carriles, uno de los relacionados con la CIA, que admitió haber organizado los bombazos, era boicotear el turismo para secar de dólares la plaza habanera, sin importar la muerte de cubanos o turistas.

Las condenas dictadas por la jueza miamense fueron durísimas: cuatro perpetuas y 77 años de prisión para los apresados. A uno de ellos, Hernández, lo condenaban a morir en la cárcel porque le dieron dos perpetuas. Y el pobre, como todos los mortales, tiene una sola vida.

Pese a la defensa de grandes abogados, entre ellos el fallecido Leonard Gleinglass -letrado de otro preso ilustre condenado a muerte en EE UU, el activista Mumia Abu Jamal-, y Philip Horowitz, ese fallo se mantuvo en lo esencial. Rebajaron un poquito el precio: dos perpetuas y 66 años de cárcel.

Dura lucha

Desde 1998 el caso empezó a concitar la atención y la solidaridad de tantísima gente en numerosos países. Influyó la evidente anormalidad del proceso “judicial” y también la bien ganada posición de la patria de José Martí en el concierto internacional.

En cambio EE UU poco podía presumir. Sus acciones políticas, económicas y militares a nivel planetario estaban por llegar a la cumbre del desprestigio, como sucedió tiempo después con las guerras en Afganistán e Irak. Su sistema judicial nunca pudo levantar cabeza de los escandalosos fallos contra los Mártires de Chicago, Sacco y Vanzetti, el matrimonio Rosenberg, el líder indígena Leonard Peltier, el independentista Oscar López Rivera y el citado Abu Jamal (los primeros de esta lista, ejecutados; los tres restantes, presos ya durante 30 años).

Los cubanos no desfallecieron ante tanta injusticia. Agotaron las instancias de apelaciones, hasta llegar a la Corte Suprema que declinó tratar el caso (como con Argentina y su pleito con los “fondos buitres”).

Paralelamente llevaron el tema a las organizaciones de derechos humanos, partiendo de que en los primeros 17 meses de prisión sus jóvenes habían sido llevados a celdas de castigo (“el hueco”), sin que sus familiares ni sus abogados pudieran verlos.
Y hubo pronunciamientos críticos de la conducta norteamericana. Diez premios Nobel se pronunciaron por la libertad del quinteto. Adolfo Pérez Esquivel (Argentina), Wole Soyinka (Nigeria), Zhores Alferov (Bielorrusia), Nadine Gordimer (Sudáfrica), Günter Grass (Alemania), Darío Fo (Italia), Mairead Maguirre (Irlanda), José Samarago (Portugall), José Ramos Horta (Timor) y Rigoberta Menchú (Guatemala), firmaron una petición en ese sentido. De ellos la sudafricana Gordimer ya falleció, motivando que los prisioneros la rindieran un sentido homenaje.

Como parte de ese esfuerzo libertario, cada año se reúne un Coloquio Internacional en Holguín, organizado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Allí van los delegados de muchos países para intercambiar experiencias y aunar criterios y acciones para bregar por la libertad de los Cinco. Kenia Serrano Puig es la titular del ICAP y Graciela Ramírez del Comité Internacional por la libertad de los 5.

Logros y cuentas pendientes

En parte porque habían cumplido sus injustas condenas y en parte también por esa presión internacional humanitaria, dos de los prisioneros volvieron a casa. En 2013 pudo regresar a La Habana René González, al cabo de 14 años de cárcel. Cabe puntualizar que en ese tiempo de encierro René no pudo tener visita de su esposa Olga Salanueva porque EE UU le negó la visa. Ese increíble sadismo y violación a los derechos humanos todavía rige para Gerardo Hernández, que ayer cumplió 16 años sin poder ser visitado por su esposa Adriana Pérez, por la misma negativa de visa.

Y en febrero de 2014 pudo salir en vuelo hacia Cuba el otro González, Fernando, luego de 15 años tras los barrotes.

Esas liberaciones fueron recibidas con mucho júbilo por la población cubana y su gobierno, cuyos representantes fueron a recibirlos al aeropuerto José Martí.

Sin embargo la alegría no puede ser completa porque aún resta liberar a los otros tres componentes. Antonio Guerrero debería salir en 2017, Ramón Labañino, tiene sentencia a 30 años y Gerardo Hernández, como le mantienen las 2 perpetuas, más 15 años de cárcel, tendría que morir preso.

Por eso este 16° aniversario de las detenciones concentró más actividad que los anteriores. El Coloquio Internacional se hizo este 11 y 12 de setiembre en el Palacio de las Convenciones de La Habana y no en Holguín. Asistieron 285 delegados de 48 países, incluida la Argentina, donde el asunto es tomado por el Comité Argentino por la libertad de los Cinco, el Comité Internacional y el Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba (Mascuba), que ayer entregaban un documento ante la embajada de EE UU en Buenos Aires, reclamando la libertad de los cubanos.

En el Coloquio Internacional habló Fernando González, flamante vicepresidente del ICAP. Al resumir el primer día de sesiones dijo que la solidaridad debía apuntar hacia el público norteamericano, que es clave para lograr las ansiadas libertades. Es muy cierta esa afirmación y también allí radica la complejidad del asunto, toda vez que la población estadounidense no es la más politizada ni la más antiimperialista, aunque tampoco deben ser subestimadas sus reservas de esa índole. Que las hay, las hay.

Hablemos de bloqueo

Mientras continúa la pelea por los Tres contra la arbitrariedad de la justicia, las corporaciones y el poder político imperial, se avecina otro round de la confrontación que Cuba viene ganando contra su mal vecino. Tiene que ver con la cuestión del bloqueo yanqui, impuesto al triunfo de la revolución de 1959 y luego en forma total en febrero de 1962 hasta los días que corren.

El 9 de setiembre pasado el viceministro cubano de Exteriores, Abelardo Moreno, hizo la presentación de la moción cubana sobre el bloqueo, que se formalizará ante la Asamblea General de la ONU el próximo 28 de octubre.

El vicecanciller informó que los perjuicios económicos ocasionados por el bloqueo de EE UU contra Cuba hasta marzo del presente año ascienden, a precios corrientes, a 116.880 millones de dólares. Ilustró el caso con las millonarias multas impuestas recientemente por Washington a bancos europeos, como el francés BNP Paribas, y al Royal Bank of Scotland (RBS), por no acatar la prohibición extraterritorial de tener relaciones comerciales y financieras con la mayor de la Antillas.

Un poco antes, Barack Obama había enviado un memorándum a su secretario de Estado, John Kerry, y el secretario del Tesoro, Jack Lew, anunciando su decisión de mantener el bloqueo mediante la “Ley contra el Comercio con el Enemigo” por considerarlo de “interés nacional de Estados Unidos”. El presidente que supuestamente iba a renovar las esperanzas en 2009, que iba a dialogar con la región y realizaría cambios, se basó otra vez en esa ley de 1917, aprobada para la entrada de EE UU en la I Guerra Mundial. Y ya superó a Bush en la estadística de sanciones y multas a las empresas que comercian con la isla.

La Habana ganó la votación en la 68° Asamblea General de la ONU, en el año 2013, por 188 votos contra 2 (EE UU y su socio sionista, Israel). Y en la 69° que comenzará el 16/9 se hará la votación n° 23 desde 1992. El resultado será otra paliza, goleada, nock out, jonrón o como el lector prefiera llamarla.

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